miércoles, 20 de abril de 2011

¿Existe la amistad entre el hombre y la mujer?

Bueno señores. Para pagar la fianza por caer preso en el post anterior, me dijeron que tenía que juntar plata. Para eso, me hicieron escribir sobre un tema totalmente pochoclero como es este. Ustedes dirán que es un tema ya muy hablado, ya muy escrito. Lo es.


(en realidad lo hice para una materia y bueno, como quien no quiere la cosa lo metí acá en el blog como para hacer lugar... todo suma).


Espero, de corazón, que no lo disfruten.

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¿Existe la amistad entre el hombre y la mujer?

Es imposible para los seres humanos ser totalmente objetivos e imparciales en cualquier ámbito. Todas nuestras elecciones dependen así, de nuestros gustos, influenciados por experiencias que tuvimos, por cosas que nos pasaron o simplemente, por la cuestión de "me gusta o no me gusta" (en estos días muy popular gracias al señor Caralibro). Y es así, que por este proceso de selección con el que inconscientemente lidiamos a diario, elegimos a nuestras amistades. Claro que todas las mujeres querrían ser amigas de Brad Pitt, y los hombres amigos de Pamela Anderson en su mejor momento, y en eso se basa la amistad entre el hombre y la mujer, un juego de idas y vueltas, donde casi siempre hay más vueltas que idas, si es que hay alguna ida realmente.

Es imposible pasar diez horas al día con alguien del sexo opuesto y jamás emitir un juicio de valor: si es lindo o no, o si te gusta o no (aunque la mayoría de las veces ese juicio nunca salga de los rincones más recónditos de nuestra cabeza).

De todas formas, es muy distinto en el hombre y en la mujer. El hombre sueña con una amiga exhuberante que lo invite a su casa a estudiar (entre comillas) y sueña una fantasía que casi nunca se cumple. La mujer, en cambio, busca a su compañero ideal, aquel con el que pueda en un principio hablar por teléfono diez horas seguidas, y al cabo de un tiempo casarse y tener hijos. Imaginan un príncipe vaya uno a saber de qué color, mientras que el hombre no deja de pensar (como China Zorrilla en una película que no me acuerdo el nombre) en qué habrá debajo de esa remera. ¿Será de verdad? ¿Estarán hechas o será puro push-up? Se preguntan. Y casi siempre todo esto queda en la imaginación.

Como decía Freud (aparte de ser homosexuales y pervertidos de nacimiento), somos seres que tenemos un gran poder sexual, desde la infancia, con los primeros meses de vida, buscamos el placer sexual por el placer mismo. Al crecer y no poder satisfacer plenamente nuestros deseos sexuales (como los conejos), lo acumulamos y luego lo disipamos y hacemos fluir mediante nuestras actividades cotidianas como el estudio, el trabajo, etcétera. Para Freud, la energía sexual impulsa nuestras vidas y una reunión de estudio entre un hombre y una mujer, solos en una casa, tiene una bomba de hidrógeno llena de tensión sexual, que muchas veces amaga con caer y destrozarlo todo. Pero no cae siempre, porque estamos limitados por la duda, la timidez o quién sabe qué otra cosa.

Es por eso que la amistad entre el hombre y la mujer (desde ahora "L.A.E.E.H.Y.L.M.") es como pie grande. La leyenda cuenta que existe... hay miles de personas que aseguran haberla visto y conocerla. Y de vez en cuando, el amigo de un amigo del tío del cuñado de un amigo afirma haber tenido contacto con ella. Pero uno, por experiencia propia nunca tuvo el placer.

Es simple. L.A.E.E.H.Y.L.M. existe. Hasta que deja de existir.