domingo, 20 de julio de 2014

Enojo

-¡Andate a tu casa!
+¡Pero esta es mi casa!
-¡Entonces andate a la mía!

lunes, 14 de julio de 2014

DO-MIN-GO

Como es sabido, los domingos son días agridulces que presentan una serie de sabores que se mezclan y entreveran para formar así veinticuatro horas con distintas gamas, tonalidades y sentimientos. Vamos a proceder a dividir al domingo en tres grandes partes.

DO:
Comprende desde las 00hs hasta entre las 4 y las 6 de la mañana. Muchos, al empezar el DO ya están en medio del tobogán de la alegría, habiendo realizado un pequeño ritual durante las últimas horas del sábado, que entre cena y post-cena, los han hecho quedar en lo que suele llamarse "Punto Caramelo". Esta, es la hora pico del domingo -y también del fin de semana entero-, porque los domingos empiezan explotando en medio de una salida destructiva en la que nos vemos inmersos, rodeados por música, sustancias que alteran nuestra percepción y música confusa, que va en crescendo hasta que, luego del summum de la noche, va cayendo en picada como nuestros párpados y sentimos desde lejos el llamado de la cama, que nos atrae imantados para caer como adoquín en el agua y perder el conocimiento hasta el siguiente momento del día.

MIN:
Un domingo normal es aquel en el que nuestros ojos se abren no antes de las 12 del mediodía, inaugurando la segunda etapa que comienza al separar nuestros párpados hasta aproximadamente las 18hs. Apenas empieza, MIN nos recibe con la boca seca, un agradable dolor de cabeza punteagudo, algunos recuerdos confusos de los que fue el DO, e imágenes que van apareciendo de a poco como flashes de algo incierto. Tenemos todos los miembros aún, ninguna cicatriz en el abdomen, la billetera -aunque más flaca que anoche- y el celular en perfecto estado. La ropa en el piso, la puerta entreabierta y signos de que estuvimos peleando con las sábanas para poder taparnos. Todo va de acuerdo al plan.

Aunque sea el mediodía, en esta etapa del domingo almorzar es opcional, y depende exactamente de la intensidad del DO. Si ha sido uno leve, podemos afrontar una tira de asado precedida por un choripán. Si la intensidad del DO fue media, apelaremos a la ensalada o a unos fideos con manteca. Pero si DO fue catastrófico, debemos dar gracias de poder estar sentados en la mesa con los ojos abiertos y el estómago por hacer erupción. Cualquiera sea el caso, luego del almuerzo -familiar o en soledad- viene la etapa más linda del domingo. La segunda parte del MIN es a partir de las 14, 15hs y es un momento de optimismo desmesurado, que nos hace olvidar qué día de la semana es, colocándolo en el puesto número uno del momento menos productivo pero más relajante de la semana. Durante la segunda mitad del MIN, podemos elegir si dormir una siesta (también dependiendo la intensidad del DO, la siesta es opcional u obligatoria),
ver una película, salir a tomar mates con amigos (esta opción es nula si el DO fue catastrófico) o tirarse en una reposera a ver crecer el pasto.

A eso de las 18 todo empieza a ponerse gris conforme la noche va avanzando.

GO:
A partir de as 18 y hasta las 23.59 del Domingo, nos encontramos en la etapa GO, que a pesar de su significado en inglés, -avanzar, ir- esta etapa es todo lo contrario. Nos volvemos lentos, caemos en la realidad espesa de que mañana comienza nuevamente la rutina, y el optimismo generado en MIN va cayendo en picada, destrozándose a medida que pasan los minutos haciendo que nos preguntemos "por qué
no hice otra cosa en vez de hacer eso que hice", cuestionando aquella elección que tomamos en MIN -sea cual sea- y pensar qué hubiera pasado si en vez de ver esa película hubiéramos salido a ver el sol.

Conforme va cayendo el optimismo se acerca la cena, una cena triste, con poca conversación entre los comensales -usualmente sobre las tareas a realizar el lunes- y rápida, porque todos luego quieren bañarse al mismo tiempo, el calefón transpira porque no da a basto y gana siempre el primero en entrar al baño como si fuera a anotar un try en un partido de Rugby.

Luego del baño se genera una meseta. Aproximadamente entre las 22 y las 23 del GO (a veces hasta las 22.30) tenemos un pequeño momento de relax, seguido por la caída final y la entrada absoluta en razón: Mañana es lunes. No hay nada que hacer. Una vez que hayamos salido de la meseta y entrado en razón, todo está perdido, sólo debemos dejarnos llevar por las sábanas, que nos envolverán con su calor para que empecemos la rutina como todos los lunes: Hechos mierda, con los ojos pegados y el hígado en la mano, pero siempre teniendo en la mente la cuenta regresiva para encontrarnos de nuevo con el próximo fin de semana.

jueves, 10 de julio de 2014

Otoño Perverso

El otoño nos presenta, dándonos una cachetada en la mejilla, al señor Frío, quien llega de a poco, de a poco, bajando la temperatura hasta que un día televantásalamañanay ¡PUM! De 10 grados pasás a sentir 1.

La cama nos encadena, pero como una fuerza liberadora, llega la rutina con un alicate tamaño industrial para liberarnos, y decirnos casi con una caricia "Dale pibe, salí de ese lugar perfecto donde te encontrás y enfrentate al mundo real". El mundo real duele, sobre todo cuando sentimos esa espada de 1 grado (o menos) atravesarnos instantáneamente en el segundo que ondeamos las sábanas para salir de nuestro hermoso y cálido campo de fuerza.

Pero como el otoño sabe que sufrimos, y se alegra macabramente con nuestro sufrimiento, sube el termostato diez grados pasado el mediodía, y nos hace transpirar no sólo por nuestros abrigos (que suelen ser exageradamente abultados y exageradamente muchos) y entramos en la terrible desición al volver camino a casa: ¿Me lo dejo todo puesto y hago de mi cuerpo un sauna, o meto todo en la mochila y creo una especie de Bomba Nuclear de fibra de algodón a punto de explotar?

Cada uno tendrá sus opiniones respecto a una desición u otra, lo interesante es que cualquiera que nos guste, va a tener grandes desventajas, pero sólo una cosa a favor: Mantenernos calientes una hora (como mucho) durante la mañana. ¿Es esto negocio?

El primer frío del año suele ser el más doloroso, donde decimos "¡Uh! ¡Cierto que el frío existía!" y nos tiramos el placard encima por la mañana, y por la tarde nos queremos morir, y le pedimos a todos los dioses que inventen ya la teletransporación por lo menos para que nuestros abrigos aparezcan en casa sin tener que sufrir una hora o más en un transporte público cargando con diez kilos de campera.

Algunos, optamos a veces en dejar algo de ropa en nuestro lugar de trabajo, para que la vuelta no sea tan complicada, pero muy en el fondo sabemos que tarde o temprano ese buzo tendrá que volver, de forma que no solucionamos el inconveniente, sino que atrasamos unos días nuestro pesar.

¡Pero no te preocupes! Antes de hacer una horca con la bufanda y colgarte del ventilador de techo, pensalo. Abriguémonos conscientemente... Sabemos, (y SIEMPRE sabemos) que el frío va a durar poco en esta época y que el otoño sólo nos está jugando una mala pasada. Le gusta inspirarnos temor, y nos acostumbra un poco al frío, dándonos tres días de un frío matutino insoportable y el siguiente, un calor casi primaveral, que nos mete la incertidumbre por la oreja, y desconfiamos: "Mmm, mejor me llevo un saquito por si refresca" y obviamente, nunca lo hace.

Así que para evitar estas jugarretas a las que el tiempo nos expone, vamos a aclimatarnos lentamente. Sientan un poco el frío que no viene mal, abríguense a conciencia para evitar bondis repletos de mochilas abultadas, paraguas (porque muchos asocian el frío con la lluvia) y gente transpiradas con tres grados bajo cero (los aromas mezclados en los bondis/trenes suelen ser peores cuando hace frío que en pleno verano).

No tengan miedo en abrir un poquito la ventanilla del bondi para que corra aire. Recuerden que también necesitamos respirar.

¡Brindemos por un otoño con menos abrigo!

Y obvio, por un invierno en el que todo andemos en remerita.
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Escrito para Revista Clap!