martes, 25 de junio de 2013

Terror al Silencio

Con la verborragia de hoy en día, en un mundo totalmente interconectado por facebook, twitter, skype y el metrobus, y rodeado por todas las publicidades que nos golpean en la frente todo el tiempo, estamos acostumbrados a gritar, una y otra vez, y constantemente para que se nos escuche, o simplemente para hacer notar nuestra presencia.

Es así, que nuestro mayor temor es el del vaciamiento palabral (?), el de dejar un segundo de silencio, de la hoja sin escribir, de escuchar el viento y de concentrarse.

Por esto mismo, (y cuando hablo de silencio también se aplica a los "silencios" escritos en redes sociales y chats) tenemos la necesidad de hablar todo el tiempo, con una, dos, o diez personas a la vez, sin aportar ningún contenido a los demás ni a nosotros mismos.

De todo esto se desprenden conversaciones como "hola, ¿como estas? / ¿bien y vos? / bien, ¿de dónde sos?", que continúa hasta que las preguntas que figuran en cualquier ficha de inscripción a un club barrial, los interlocutores se quedan sin palabras y empiezan con cosas como "ayer vi una paloma tratando de empomarse a otra" que deriva en una eliminación automática de la lista de contactos (el equivalente a una cachetada en la vida real).

En vivo y en directo, un silencio incómodo se vuelve totalmente introspectivo y empezamos a pensar "¿por qué no me habla?" - "¿le caí mal?" - "¿habrá tomado a mal mi fanatismo por comerme los mocos en público?" y en ese momento, el tiempo empieza a pasar como un cronómetro violento, que propone llegar al final de la conversación si no se llega a remontar el interés en la misma, entonces, por nuestra cabeza empiezan a pasar palabras sueltas, tales como "tragos, camiones, travestis, perros, gelatina, vomitar, video,
computadoras, facebook..." y es cuando nuestra cabeza hace un mix entre todo, y de nuestra boca sale disparada la frase "¿viste el video del perro travesti vomitando que anda por facebook?" y ahí, exactamente ahí, es cuando la conversación pasa de ser un poquito interesante, a caer en un abismo de aburrimiento y azar, que la otra persona decide declarar de desinterés nacional, y huye en la primera que puede, con la excusa "me llaman por celular", "mi vieja está enferma y tengo que ir a cuidarla", "mi novio está viniendo"
o incluso algunas menos sutiles como "sos un pelotudo" o "hacete violar por una manada de rinocerontes".

Sea cual sea el caso, remarla es importante, pero cuando no va, no va (y esto no sólo se aplica para charlas con personas del sexo opuesto, sino con eventuales amigos que uno puede llegar a cruzarse, y no tiene ni una pizca de simpatía para compartir con el/ella).

Por esto, creo que no hay que temerle al silecio, sino respetarlo y entender que cuando no hay nada para decir, lo mejor es tomarse un vaso de vodka, agarrar nuestras cosas y tratar de recordar cuál era el camino a casa.