martes, 31 de marzo de 2015

El Rincón

Se dice que hay un rincón de cada casa del que nadie vuelve, del que sólo se escuchan sombras caminar por el aire. Un lugar donde los perros nunca huelen, donde las moscas nunca se posan. Es un sitio recóndito, secreto que los arquitectos guardan celosamente, y que aquellos que pertenecen a la cofradía protegen con su vida, así tengan que tragar veinte cucharadas de cal antes de morir.

Es una esquina, o una ochava, o una especie de zigzag, siempre a la vista de todos, pero al pasar de nadie, justo donde nunca da la luz. Tan pequeño que nadie puede esconderse, pero nunca pasa desapercibido.

Lo vemos siempre, pero no sabemos. No sabemos que lo vemos siempre. Y esa es la razón del secreto. Es un rincón tan común del que nadie sospecharía, pero cuando se descubre, la gravedad pierde sentido, los floreros se secan, las hojas se transforman en polillas y las cortinas salen despavoridas.

Es el punto justo donde el feng shui y la conexión astral perpetuan, donde el ying y el yang son uno solo. Y tan fácil es hacerlo, y tan fácil destruirlo, que ni las arañas tejen en sus límites.

El tema es complicado, puesto que si uno, sin saber, introduce su cabeza en esa esquina, esa ochava, o ese zigzag, es posible que se devuelva como un monstruo, como una escultura del siglo XV o como nada, siendo la nada misma su existencia, siendo que no sería más.

Y es por eso que tamaña energía es el secreto más escondido de quienes estructuran paredes, de quienes levantan vigas y quienes en pura coordinación silenciosa levantan las esquinas, las ochavas y los zigzags con más poder en el universo.