En un pequeño pueblo, tres niños discutían y alardeaban de los trabajos de sus padres:
- El mío vende autos.
- El mío, casas.
- Y el mío, clavos.
Los dos niños rieron ante la profesión del padre del tercero, quien no se alteró para nada, y retrucó con lo siguiente:
- ¿Cuántos autos vende tu papa en un mes?
- 5... 6 autos.
- ¿Y cuántas casas vende tu padre en un mes?
- 1 o 2...
- Bueno, ¿Saben qué? Mi papá vende miles de clavos en una sola semana.
Y orgulloso, el niño se fue caminando contento de haberlos derrotado.