lunes, 14 de julio de 2014

DO-MIN-GO

Como es sabido, los domingos son días agridulces que presentan una serie de sabores que se mezclan y entreveran para formar así veinticuatro horas con distintas gamas, tonalidades y sentimientos. Vamos a proceder a dividir al domingo en tres grandes partes.

DO:
Comprende desde las 00hs hasta entre las 4 y las 6 de la mañana. Muchos, al empezar el DO ya están en medio del tobogán de la alegría, habiendo realizado un pequeño ritual durante las últimas horas del sábado, que entre cena y post-cena, los han hecho quedar en lo que suele llamarse "Punto Caramelo". Esta, es la hora pico del domingo -y también del fin de semana entero-, porque los domingos empiezan explotando en medio de una salida destructiva en la que nos vemos inmersos, rodeados por música, sustancias que alteran nuestra percepción y música confusa, que va en crescendo hasta que, luego del summum de la noche, va cayendo en picada como nuestros párpados y sentimos desde lejos el llamado de la cama, que nos atrae imantados para caer como adoquín en el agua y perder el conocimiento hasta el siguiente momento del día.

MIN:
Un domingo normal es aquel en el que nuestros ojos se abren no antes de las 12 del mediodía, inaugurando la segunda etapa que comienza al separar nuestros párpados hasta aproximadamente las 18hs. Apenas empieza, MIN nos recibe con la boca seca, un agradable dolor de cabeza punteagudo, algunos recuerdos confusos de los que fue el DO, e imágenes que van apareciendo de a poco como flashes de algo incierto. Tenemos todos los miembros aún, ninguna cicatriz en el abdomen, la billetera -aunque más flaca que anoche- y el celular en perfecto estado. La ropa en el piso, la puerta entreabierta y signos de que estuvimos peleando con las sábanas para poder taparnos. Todo va de acuerdo al plan.

Aunque sea el mediodía, en esta etapa del domingo almorzar es opcional, y depende exactamente de la intensidad del DO. Si ha sido uno leve, podemos afrontar una tira de asado precedida por un choripán. Si la intensidad del DO fue media, apelaremos a la ensalada o a unos fideos con manteca. Pero si DO fue catastrófico, debemos dar gracias de poder estar sentados en la mesa con los ojos abiertos y el estómago por hacer erupción. Cualquiera sea el caso, luego del almuerzo -familiar o en soledad- viene la etapa más linda del domingo. La segunda parte del MIN es a partir de las 14, 15hs y es un momento de optimismo desmesurado, que nos hace olvidar qué día de la semana es, colocándolo en el puesto número uno del momento menos productivo pero más relajante de la semana. Durante la segunda mitad del MIN, podemos elegir si dormir una siesta (también dependiendo la intensidad del DO, la siesta es opcional u obligatoria),
ver una película, salir a tomar mates con amigos (esta opción es nula si el DO fue catastrófico) o tirarse en una reposera a ver crecer el pasto.

A eso de las 18 todo empieza a ponerse gris conforme la noche va avanzando.

GO:
A partir de as 18 y hasta las 23.59 del Domingo, nos encontramos en la etapa GO, que a pesar de su significado en inglés, -avanzar, ir- esta etapa es todo lo contrario. Nos volvemos lentos, caemos en la realidad espesa de que mañana comienza nuevamente la rutina, y el optimismo generado en MIN va cayendo en picada, destrozándose a medida que pasan los minutos haciendo que nos preguntemos "por qué
no hice otra cosa en vez de hacer eso que hice", cuestionando aquella elección que tomamos en MIN -sea cual sea- y pensar qué hubiera pasado si en vez de ver esa película hubiéramos salido a ver el sol.

Conforme va cayendo el optimismo se acerca la cena, una cena triste, con poca conversación entre los comensales -usualmente sobre las tareas a realizar el lunes- y rápida, porque todos luego quieren bañarse al mismo tiempo, el calefón transpira porque no da a basto y gana siempre el primero en entrar al baño como si fuera a anotar un try en un partido de Rugby.

Luego del baño se genera una meseta. Aproximadamente entre las 22 y las 23 del GO (a veces hasta las 22.30) tenemos un pequeño momento de relax, seguido por la caída final y la entrada absoluta en razón: Mañana es lunes. No hay nada que hacer. Una vez que hayamos salido de la meseta y entrado en razón, todo está perdido, sólo debemos dejarnos llevar por las sábanas, que nos envolverán con su calor para que empecemos la rutina como todos los lunes: Hechos mierda, con los ojos pegados y el hígado en la mano, pero siempre teniendo en la mente la cuenta regresiva para encontrarnos de nuevo con el próximo fin de semana.