martes, 26 de febrero de 2013

Las Notas


Cuando nos enfrentamos al terror de tener que incorporar conocimiento de una materia específica para una fecha acordada (de prepo) por una persona al servicio de la enseñanza, odiamos a los creadores de Matrix por graficarnos una máquina a la que podríamos conectarnos y aprender Kung Fu en cinco segundos la cual todavía no se ha inventado. Odiamos también, el hecho de que por más que el examen haya sido avisado con más de una semana de anticipación, no es sino antes de los últimos dos días que nuestro cerebro logra entender lo que está sucediendo y nuestra situación académica frente al exámen, la asignatura y nuestro mismísimo futuro.

Luego de fundir neuronas, quemar pestañas, abusar de nuestra masa encefálica, irritar nuestros ojos e inundar nuestros cuerpos con energizantes, viene la experiencia, que quizá merezca un texto aparte, pero no es ella la que nos importa esta vez, sino más bien el resultado de nuestras sonatas más hermosas que el profesor traduce en una nota numérica, que más allá de que nos hayamos roto nuestro querido trasero estudiando, siempre tenemos nervios de recibir.

(Vale aclarar que aprobamos con cuatro)

Es así como podemos traducir las notas en un exámen escrito:

Si te sacaste...

...un 0, el profesor se dio cuenta que eras vos el que ponía material fecal en la birome que él se llevaba a la boca.
...un 1, por lo menos no es un ausente. Igual la pasaste bien escabiando toda la semana, no te preocupa.
...un 2, es que pusiste tu nombre, la fecha, y dibujaste un hermoso sol que representa al clima actual.
...un 3, es que te tomó lo que dijiste "esto no lo va a tomar".
...un 4, es ahí... estudiaste para un seis, pero no pudo ser.
...un 5, es "estabas ahi, pero dijiste algo que sorprendio al profesor".
...un 6, es "estabas ahi, pero hiciste reir al prefesor dos o tres veces con tus respuestas".
...un 7, estaba para un 6, pero le caés bien al profesor.
...un 8, todas las respuestas estaban bien, pero tenías muchas faltas graves de ortografía.
...un 9, te merecías un 10, pero el profesor te odia.
...un 10, seguro es un error del profesor.

Mientras que en un exámen oral, pasa lo siguiente:

Si te sacaste...

...un 0, es prácticamente que pasaste a decir "no estudié, puto!".
...un 1, idem el punto anterior, pero sin el "puto".
...un 2, trataste de decir algo, pero las "lagunas mentales" te jugaron una mala pasada. (Supuestamente estudiaste... SUPUESTAMENTE).
...un 3, la remaste, la remaste hasta que dijiste una burrada que no pudiste remontar en la primera pregunta, y el profesor gritó NEEEEXT.
...un 4, mechaste dentro de la exposición algunos temas de la vida cotidiana y le contaste al profesor de cómo el gato de la vecina usa de baño tu jardín (porque sabés que al profesor le pasaba lo mismo y generaste empatía).
...un 5, es que lo que dijiste lo dijiste bien... pero usando monosílabos.
...un 6, lo que el profesor preguntó, lo sabías, pero empezaste a tartamudear y a babear tanto que decidió conformarte con un seis y ahorrarte el ridículo.
...un 7, estudiaste un día antes y funcionó. Vamos todavía!
...un 8, estudiaste dos días antes, así cualquiera!
...un 9, hablaste sin parar, contestaste todo y mucho más de lo que te preguntaban, pero por egocéntrico te bajaron un punto.
...un 10, te tomaron último y la clase terminó hace diez minutos, estás sólo en el aula con el profesor, te hace tres preguntas y las contestaste cortitas y al pie.

Corta la bocha.

Y es así como nuestro futuro se va forjando, a raíz de las calificaciones que vuelcan nuestros docentes según nuestro desempeño áulico.

jueves, 14 de febrero de 2013

El Día de los No Enamorados


Llega febrero y el calor está entre dar su mejor golpe e irse para siempre, como en un amague constante que muchas veces nos despierta con unos cuarenta grados y nos acuesta con diez. Quizás sea esta diferencia de temperatura, o quizás sea el calor mismo, lo que nos hace mirar con ojitos de corazón a nuestras amadas (o amados, en caso de las mujeres, o cualquiera de las posibles combinaciones, dada la sociedad moderna y la sexualidad abierta que nos rodea en estos tiempos) y preparar alguna sorpresa y unos tantos elogios para el ser que elegimos como acompañante.

Es así que el catorce de febrero hacemos algo inolvidable, ponemos velas, compramos osos de peluche gigantes, regalamos flores, bombones y caramelos, y sin embargo, el resto del año seguimos siendo los mismos fríos y predecibles de siempre.

Es que sorprender a alguien en San Valentín, es totalmente predecible, pero la gente no se anima a sorprender a su pareja con la neutralidad de un día común. Quizás es por miedo, quizás por verguenza, pero a mi parecer, no es lindo que nos demuestren cariño una vez al año, y es más arriesgado darle una sorpresa un día cualquiera, por ejemplo, un 25 de marzo, regalandole bombones y flores o invitando a cenar.

Otra opción conveniente también, es la de dividir todo el amor despilfarrado en ese sólo día, y darle más sorpresas anuales a la persona que queremos.

Acordate, si te regala muchas cosas por el día de San Valentín, no está enamorado y seguro que te va a dejar! Mientras más velas ponga en la mesa que te prepare, más rápido lo hará!

No sean caraduras! Regalen más amor durante el año!! (Así yo puedo regalar más odio).

Y para todos los que festejan el día del soltero el día anterior, festejen todos los días si tienen huevos eee!!! (?)

Como siempre desde acá, repartiendo la mejor onda posible (que en este caso es muy poca).

Chau.

viernes, 8 de febrero de 2013

La Última Explosión

Se manejaba en el espacio tan libre, era como si respirara, como si en verdad lo necesitara, pero sabía que respirar no era vital, ya que su cuerpo había quedado atrás hacía rato. Todo su peso había desaparecido, por eso ascendía sin control, a merced del aire que ahora lo acunaba, como en una melodía adormecedora. Había logrado cumplir el primero de sus objetivos, pero el camino aún era largo, por lo que entrecerraba sus ojos y se dejaba llevar por la brisa, que cada vez más fría, lo tiraba hacia un espacio más y más oscuro. El hielo empezaba a petrificarlo, a devolverle su peso, pero ya no era el mismo. No podía moverse con la libertad con la que lo hacía en la tierra, y sin embargo, sabía que eso era lo que iba a pasar. Tenía todo calculado. Incluso, mentalmente, contaba los segundos del ascenso para tener una idea de cuándo iba a descongelarse y a liberarse de nuevo.

 El sol no estaba lejos, pero de todos modos, él no tenía apuro. Convertido en un bloque helado, sonreía sin distraerse de la cuenta, hasta que los rayos del sol comenzaron a derretir las primeras gotas, para luego de un momento, volver a liberarlo, y él, entonces, en línea recta, mirando fijamente la bola de fuego, empezó a reir cínicamente a carcajadas que rebotaban en todos los planetas, hasta que empezó a gritar, y sus gritos rompieron varias lunas, que se convirtieron en asteroides errantes. Algunas estrellas se apagaron a lo lejos, y cuando por fin hizo impacto en el sol, produjo un estallido nuclear que destruyó todo lo conocido, y como un nuevo big bang, creó un universo nuevo, una realidad paralela que ya no lo necesitaba. Por eso mismo, decidió, por voluntad propia, dejar de existir inmerso en la explosión. Y aprovechando el impulso, volvió a separarse en millones de átomos, que individualmente continuaron subiendo y subiendo, quizás en busca de otros soles. O tal vez en busca de una reconstrucción, en una realidad donde pueda existir sin la necesidad de explotar de nuevo.