miércoles, 30 de diciembre de 2015

El Día Perfecto

Era un hombre adicto a las cábalas, a las tradiciones de la buena suerte. Todo lo que funcionaba, lo que misteriosamente salía bien, lo mantenía a rajatabla, lo acaparaba, lo repetía con la intención de que pase lo mismo y de que no falle nunca.

Y fue así que después de varios años, repitiendo y probando experiencias, logró crear el día perfecto.

Salió de su casa, repitiendo al pie de la letra las instrucciones que según sus cálculos funcionarían, y así lo hicieron. 6:34 levantarse de la cama con el pie derecho, 6:42 lavarse los dientes, 7:52 en la parada del colectivo para agarrar el de 7:55, comer un sánguche de jamón porque era martes, ver el noticiero de las 21hs leyendo el diario matutino que no había tenido tiempo de leer, y acostarse a dormir a las 23:46.

Al otro día, sus cálculos habían sido correctos, y todo se dio de forma excepcional por segunda vez. Y por tercera, y por cuarta. Pasaron dos semanas, casi un mes, hasta que se dio cuenta de la perfección de su plan y empezó a pensar.

Todos los días se cruzaba a la misma señora en la parada del colectivo, que llegaba exactamente un minuto después de él, el colectivo llegaba 7:55 puntual, a lo sumo con diez o quince segundos de margen, la gente en el trabajo siempre hablaba de los mismos temas, y el señor de los sánguches de los martes siempre le hacía el mismo chiste.

En ese momento se dio cuenta que todos habían tenido el mismo plan.

martes, 15 de diciembre de 2015

Pasar la Calle

Volver a casa con la sonrisa de la victoria, luego de haber alcanzado un ansiado objetivo que perseguimos durante años, es sólo la premonición de la muerte, o por lo menos del deseo de que la misma nos alcance y nos lleve lejos, lejos de este planeta, al ver con nuestros ojos una de las humillaciones más grandes que un ser humano, en uno de los días más felices y memorables de su vida, puede obterner como reconocimiento de aquella bien lograda meta, que amenaza no sólo con derrumbar el brillo que acaparan nuestros ojos, sino de la felicidad de la semana y algunos días más: UN PASACALLES DE FELICITACIONES.

¡FELICITACIONES LICENCIADO EN BIOLOGÍA NUCLEAR SUPERMOLECULAR", reza el encabezado del cartel que literalmente pasa la calle de un lado a otro, visible no sólo para nosotros, para nuestros familiares y vecinos, sino también para eventuales transeúntes que, a pie o motorizados, pasan por debajo de la señal, ahora sabiendo que hay un Licenciado en alguna de las casas lindantes al comunicado.

¿Cómo fingir sorpresa ante la terrible novedad de ver nuestro título colgando en el aire, delante de las esperanzadas caras de las personas que nos quieren, que han reunido fuerzas, dinero y tiempo para darnos esta especie de agasajo por nuestro esfuerzo?

Ni hablar, claro, cuando el pasacalles va dirigido a un recién nacido, que si bien los niños vienen cada vez más inteligentes... bueno... ustedes sabrán que se les dificulta un poco este tema del abecedario. Entonces un "BIENVENIDO THIAGO RUBÉN CULO" es prácticamente un texto haciendo eco en el infinito, para siempre, hasta que el universo decida explotar.

Lo que yo no entiendo es cómo aún a nadie se le ocurrió utilizar este recurso para jugar distinto tipo de chascarrillos, como por ejemplo ubicar uno en la puerta de algún amigo diciendo "FELICIDADES CARLOS, TU MUJER AL FIN SE HIZO TRAVESTI", o "MAMÁ, DEJASTE OTRO COCODRILO FLOTANDO EN EL INODORO ESTA MAÑANA", incluso pueden utilizarse como recordatorio, "JORGE TENÉS DENTISTA A LAS 15"o "MARÍA, NO TE OLVIDES DE COMPRAR ACEITUNAS LIGHT PORQUE LAS COMUNES TIENEN MUCHA SAL Y LA ABUELA SE DESCOMPONE Y ACORDATE QUE DESPUÉS NO SE PUEDE DORMIR LA SIESTA POR LA CANTIDAD DE ERUCTOS QUE SE TIRA Y QUE SI NOS REIMOS SE ENOJA Y SE PUEDE MORIR".

Pero más allá de la posible utilidad práctica de estos carteles, volvamos al hecho horrible y escalofríante de que de verdad, y con la mejor de las intenciones, podemos llegar a recibir uno por algún casamiento, recibimiento, nuevo bebé, etcétera, que por lo general termina firmado por algo así como "JORGE, BELÉN, TU FAMILIA, TUS AMIGOS Y VECINOS", lo que deja a uno pensando... ¿Toda esa gente se puso de acuerdo y juntó su dinero para esto? ¿!Quince personas para hacerme un pasacalle!? ¡Hubieran juntado la plata y me compraban dos pares de medias! ¡Hijos de puta!

Amén.

martes, 8 de diciembre de 2015

Arrefranados

Hay distintos tipos de personas irritantes en la faz de la tierra, y a pesar de los intentos de generar una filantropía global, hasta el más pacifico de los seres encuentra su némesis, su granito de arena en el ojo, que lo hace estallar de nervios y exasperación.

Hoy me gustaría concentrar la desesperación en uno de estos tipos de humanos en particular, que en apariencia son personas normales, que viven en sociedad como cualquier otro, pero que tienen una característica que nos permite definirlos, agruparlos y odiarlos: dicen refranes por la mitad, suponiendo que todos, absolutamente todos sabemos.como terminan, que significan o incluso que los conocemos.

Es así que en algunos casos reciben algún objeto gratis, con algunas.imperfecciones, y dicen "a caballo regalado..." y uno se lo queda mirando... "a caballo regalado que, la puta que te pario??" , y si bien este es uno de los refranes mas conocidos, la desesperación aparece cuando la cita no lo es tanto, y nos pone en jaque por lo general ofreciéndonos dos opciones:

La primera es sonreír de forma condescendiente como si hubiéramos entendido todo, pero rezando por dentro para que no haga ninguna pregunta al respecto, y la segunda es evidenciar nuestra ignorancia, preguntando como sigue la frase, regalándole a este tipo de gente un regocijo de superioridad que para ellos es mas que delicioso. Personalmente recomiendo utilizar siempre la primer, porque "en boca cerrada...".

Pero mas allá de nuestro circulo de confianza, con quienes tenemos la libertad de cargarles la sube y enviarlos en metrobus a la puta que los pario, el problema verdadero aparece cuando la persona mitadrefranera es alguien a quien no podemos insultar o contradecir, como alguien que nos atiende en un negocio, o un jefe en el trabajo.

Es entonces que cuando nos aseguramos una ganancia chica pero segura, y nuestro jefe nos dice "más vale pájaro en mano...", pensamos en si tenemos los suficientes ahorros como para subsistir hasta encontrar un nuevo laburo y mandar todo a la mierda. Por lo general no los tenemos, entonces sonreímos con simpatía, carcomiéndonos por dentro y rezando porque eso no nos genere un tumor cerebral.

Mientras tanto, justifican sus madrugadas porque "a quien madruga..." y justifican su posición ante los errores afirmando "a lo hecho...", y sus buenas acciones con "a quien a buen árbol se arrima..."

También suelen ser personas que toman las cosas como son, porque "al pan, pan..." y se ponen contentos cuando su descendencia los enorgullece, tirando al aire un "de tal palo...", pero mas allá de palos, de panes y de palos de amasar, quienes no llegamos a entender con claridad esa conversación, solemos sentirnos inseguros y desprotegidos.

Estos codiciosos adictos a los puntos suspensivos, se sienten mucho mejor cuando logran meter en medio de una conversación la mayor cantidad posible de estas frases, o mitades de frases. Debe ser que hablan por la mitad, porque como todos saben, "a buen entendedor...".