lunes, 15 de junio de 2015

Segundo Manifiesto del Abismo: La Necesidad del Movimiento

Un abismo es como una bola de nieve, que se derrite si se queda quieta, pero en movimiento va creciendo hasta estrellarse en un todo y se convierte en nada.

Contrario a la nieve, el abismo carece de volumen, puesto que es un espacio vacío, y al girar, agrandarse y estrellarse contra la nada, crea todo.

Este abismo tal como lo conocemos, lleva seis años desde que empezó a girar y tan vacío está que dejó pequeños todos en el camino, esos todos, algunos se derritieron, otros giraron hasta chocar con otros todos y hacerlos nada y esas nadas, pequeñas abismas, crecieron y rompieron y borraron y crecieron y crearon y sus clústeres hoy siguen rodando, aunque algunos se derritan.

El movimiento, la nada y el todo son los grandes pilares del abismo, puesto que siendo un abismo la nada donde cabe un todo, requiere del movimiento para que esto ocurra. Sin nada, no hay todo, sin todo no hay nada y sin movimiento no existen ni la nada ni el todo.

Imaginen una realidad estática, donde los planetas no orbiten, donde el universo no se expanda, donde las estrellas no envejezcan, donde no existan movimientos tectónicos que vomiten volcanes o que los apaguen, donde no existe el viento y las hojas de los árboles que no podrían existir queden estáticas en su propia inexistencia.

Claramente en ese escenario no existiría la vida, sería una hoja en blanco antes de ser creada, porque nunca existió el impulso, la idea motora que la materializó, y en parte, eso es el abismo: Una idea contenida esperando ser materializada, pero en pleno movimiento que, de a poco, la acerca a su existencia.