lunes, 15 de diciembre de 2014

El Carisma de la Desesperación

Dicen que el tiempo es relativo, que uno lo percibe de acuerdo al contexto, a la situación, que pasa más lento o más rápido dependiendo de nuestro alrededor o de lo que pase por nuestras mentes.

Es así que pasa increíblemente rápido cuando uno se divierte e increíblemente lento cuando, obviamente, sucede todo lo contrario.

Y es en las situaciones más complicadas cuando el tiempo se estira e inmediatamente caemos en un río de dulce de leche donde debemos remar lo más rápido que podamos ante la desesperación.

Entonces, empezamos a sacar interminables ases de nuestras mangas cuando, por ejemplo, nos cruzamos con una persona que nos vemos obligados a saludar y a compartir un breve lapso de tiempo -como un ascensor o un viaje en colectivo- que, respondiendo a la teoría enunciada al comienzo de este texto, hace del tiempo un maremoto de lentitud en los que nuestro carisma se luce sacando temas de conversación totalmente estúpidos como "parece que va a llover, no?", mientras por la ventana del bondi se ve que del cielo está bajando un tsunami, o un "se vino el calorcito, eh?" en pleno diciembre -hemisferio sur- mientras la remera escurre un agradable río salado.

Resulta casi imprescindible esa pregunta monosilábica al final, para corroborar en parte nuestro nerviosismo e inseguridad ante la situación y por otro lado para sentirnos más confiados -a pesar de todo-. Entonces cada comentario desesperado para ganar tiempo y que la situación horrible termine, finaliza con un monosílabo interrogante así como los soldados dicen "Cambio" en sus comunicaciones por radio.

Otros interesantes tópicos a tratar cuando nos cruzamos con alguien medianamente indeseado, aunque más arriesgados, son preguntar acerca de familiares, mascotas, o amigos en común que nos acordemos, pero es un terreno bastante peligroso porque pueden pasar las siguientes situaciones:

- ¿Cómo anda tu vieja?
+ Muy enferma, no sabemos si llega a fin de mes.
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- ¿Cómo anda esa tortuga hermosa que tenías desde que eras chico?
+ La pisó un auto antes de ayer.
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- ¿Seguís viendo a Jorgito, con el que empezamos a cursar?
+ No, me quedó debiendo tresmil pesos que pusimos para un trabajo y se fue a vivir a la India.

Y aunque nosotros no tenemos la culpa de las deudas que haya dejado Jorgito, siempre vamos a quedar, desde ese momento, catalogados como cómplices y asociados al mal momento que pasó la persona. Si no quedara chance de hacer algunas preguntas de este tipo, recomiendo fuertemente preguntar sobre familiares, que suelen vivir más que las mascotas, aunque deberíamos evitar abuelos, por las dudas.

De esta forma entonces, logramos no evadir sino sobrevivir a un momento que suele durar a veces un minuto que parece durar lo que el período jurásico entero, y lo peor de todo es que nunca sabremos si a la otra persona le esta pasando lo mismo y está aplicando las mismas técnicas que nosotros, y sabemos que en silencio uno no puede estar, porque nuestro silencio sólo lo entienden aquellas personas que nos caen bien.