lunes, 28 de marzo de 2011

Curiosidad Dominguera

Los hombres que se afeitan más de dos veces por día, tienen un serio problema o una relación sanguínea directa con pie grande.

martes, 22 de marzo de 2011

Algún día me casaré con ella

Y sin embargo, ahí estaba de nuevo, como cada día múltiplo de cinco de cada mes. La sonrisa en la cara como gesto imborrable de la perseverancia absurda que corría por mis entrañas. El cielo, esperando el momento justo para dar su mejor golpe y caerse a pedazos sobre mí. La niebla, acumulándose para avisar que la madrugada estaba cerca y que el amanecer venía, imposible de detener. Las calles vacías, silenciosas, guardando los secretos de la noche que pasó. Y ahí estaba yo, frente a su casa. Frente a esa puerta de madera horrible que un tiempo atrás me daba la bienvenida. ¿Tocaría el timbre y me enfrentaría de nuevo a ella, o dejaría pasar la oportunidad? La última oportunidad.

Se me venían recuerdos a la cabeza. La primera vez que te ví, corriendo furiosa a las palomas de la plaza. Cuando te caíste sobre ese charco de barro y no te importaba. Cuando tu pelo largo y arruinado por el sol te tapaba la cara mientras andabas loca en bicicleta. Cuando por fin te decidiste. Y cuando te dije lo que sentía. Cuando escupí lo que sentia. Cuando TE GRITÉ lo que sentía. Cuando todo se desmoronó.

Y ahí estaba yo, de nuevo, como Romeo frente al balcón de Julieta, aprovechándo su última oportunidad antes de tomar el veneno. Y las gotas empezaban a bajar. Abrí el paraguas, inmóvil, en el mismo lugar. mirando la puerta. ¡Qué absurdo! Tenía la mirilla tapada, la madera húmeda, casi podrida, el picaporte oxidado... no quería pensar en lo que vine a hacer.

Mientras escuchaba las primeras gotas resbalar por el paraguas, seguía recordando todas las veces que estuve parado en esta misma vereda, cada cinco días, desde hace ya un año y medio. Gracias a eso perdí mi trabajo. Total, sin él ya no tenía nada que perder. Y ahí estaba yo, cada día múltiplo de cinco en tu puerta. Tu puerta horrible, descascarada e inmóvil, como queriendo negarme la entrada con prejuicios. Esa maldita puerta, ¡Cómo la odiaba! y pensar que te dí toda mi plata, aunque no la querías.

Y ahí estaba yo, atado a mi grillete de recuerdos, tan sufridos que ni el Polaco hubiera podido con su voz, representar tanta agonía. Esperando que el cielo termine de caerse, como se cayó aquella vez esa maceta de tu balcón, un día múltiplo de cinco, que dejó mi cabeza casi aplastada. O ese otro día múltiplo de cinco que llamaste a la policía. O ese otro día, también múltiplo de cinco, cuando saliste a los gritos y yo sólo quería hablar.

Y ahí estaba yo. Y esa puerta inconsciente seguía sin moverse. ¡Claro! Yo aún no había hecho nada. La lluvia empezaba a mojarme las medias, yo, estupefacto, miraba la fachada de tu casa sin saber qué hacer. Ya estaba ahí, había caminado tres kilómetros, gastado mis últimos billetes en una cena que me dejó con hambre y ahí estaba yo otra vez. Sin nada que perder.

Sin pensarlo, grité tu nombre. Volví a gritarlo. Otra vez, y otra vez. Cada repetición mucho más fuerte que la que la precedía. Tu ventana estaba alta, pero aún así pude ver que la luz se prendía. Tu silueta, que puedo reconocer aún en las más complicadas circunstancias, se definía muy bien en el contraluz de las cortinas. Caminabas de un lado a otro. De repente, veo que se acerca a las cortinas con paso ligero. La tela empezó a tambalear se una forma violenta, y vi casi inmóvil, cómo salía de ella una plancha. Pude notar todo. Cómo la plancha, totalmente ausente de sentido y de moral, caía sobre mí. Sin poder reaccionar, me vi a merced del artefacto, que impactó sobre mi brazo izquierdo y luego se perdió en la calle y en la lluvia.

Ahi entendí que todo había sido en vano. Al menos esta noche. La plata perdida, el desempleo, las visitas al hospital, las quemaduras, las heridas, las fianzas, el desencuentro, tus manos marcadas en mi cara, tus padres y tu estúpida puerta.

"Algún día me casaré con ella", dije, mientras el cielo por fin se caía a pedazos.

Cerré el paraguas y me fuí caminando a casa.

lunes, 21 de marzo de 2011

viernes, 11 de marzo de 2011

Vida y Obra de un Cascote - Anexo I: Intergalácticos

Hola! Y bienvenidos a otro nuevo documental de la interesante vida de los cascotes. Si se perdieron la primer parte, pueden volver a leerla pulsando sobre la palabra "onomatopeya" que pondremos a continuación:

ONOMATOPEYA

Si quieren ver a Polino, presionen en la palabra "ddfkghdkfjh":

DDFKGHDKFJH

Aclaración: Es muy importante que lean la nota anterior y que hayan visto a Polino antes de continuar. Sino no van a entender nada.

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Es sabido que los cascotes son grandes creadores de vida en nuestro planeta. Por ejemplo, luego de una estampida, algunos cascotes formados principalmente de humus, tierra fértil o estiércol, se funden con el suelo mezclando sus nutrientes con los del mismo, para crear una tierra muy fértil donde más adelante seguramente crecerán variedades de plantas tanto fanerógamas como criptogamas, así como además algunas especies de helechos, arbustos y plantas marinas. Bueno, plantas marinas no. Pero tranquilamente podríamos afirmar que a partir de la gran orgía de los cascotes, donde muchos de ellos dan su vida en el encuentro, en ese mismo lugar lleno de fertilidad podría luego crecer un bosque, que más tarde será víctima de un incendio forestal controlado que se saldrá de las manos y queme quinientas hectáreas más de otros bosques lindantes, que a su vez generarán espacio para un gran bosque que será la suma de todos ellos y tardará miles de años en crecer. Pero crecerá!

¿A qué iba todo esto? A que los cascotes no son sólo la madre de nuestros bosques, plantas, incendios y plantas de nuevo, sino que se remonta mucho más allá... más allá de los mares, de las nubes, de los arcoiris y de los cóndores, que vuelan muy alto. Nos remontamos entonces, al espacio exterior, donde los cascotes crecieron y se desarrollaron de acuerdo al amplio espacio que tenían en ese ambiente: Han crecido en formas inimaginables, pudiendo albergar vida dentro suyo, y mundos para ellos microscópicos, como el de los pitufos, que no los ven ni por puta, pero saben que están ahi.

Dicen que todo empezó con un pequeño cascote, que los tenía a todos juntos en sus entrañas. Era un cascote que sufría esquizofrenia y multipolaridad, y un día todas estas personalidades se enfrentaron entre sí dentro del cascote y terminaron en una gran explosión que dio vida a lo que hoy conocemos como Universo (que no es más que un montón de escombros...).

Tal como habíamos concluido el capítulo anterior, nuestro planeta es un gran cascote, que a su vez interactúa con otros cascotes en el espacio. Como hemos mencionado, los cascotes son seres fuertemente afectuosos entre sí, por lo que forman grupos por lo general pequeños (aunque los hay mucho más grandes) que se atraen entre sí. Estos cascotes intergalácticos, flotan en el cosmos, que es para ellos una gran pileta con líquido amniótico, donde nadan lentanmente en órbitas generalmente elípticas, esperando a ser atravesados por otros cascotes más grandes y así reproducirse y ampliar la familia cascotal.

Estas familias tienen siempre un gran padrino, que es el cascote central, por lo general más grande en tamaño y masa que todos los demás, quien los retiene y hace que todos giren en torno a él, manejándolos casi a su merced por el espacio y llevándolos de un lado a otro sin que lo perciban. A su vez, cada cascote integrante de la familia puede tener su propia "subfamilia" conteniendo los llamados "nietos" del cascote padrino. Éstos se encargan de proteger al cascote para evitar que otros cascotes anarquistas (de los que luego hablaremos) puedan reproducirse con ellos, ya que la reproducción es muy selecta.

Y hablando de los cascotes intergalácticos, podemos diferenciar varios tipos:

Los Cascotes Helados: Son aquellos muy fríos, donde habitan los conocidos hombres de las nieves, blancanieves y esos tipos redondos con una zanahoria de nariz. Además, pueden encontrarse en distintos sabores: Limón, crema americana, vainilla y mascarpone. (Es normal ver colisionar tres de estos en una gran copa, con un poco de vía láctea).

Los Cascotes Casados: Son los que -rianse de esto!- tienen grandes anillos de polvo que los contienen. Estos anillos no dejan que el cascote se mueva de su dirección ni que se aleje demasiado. El anillo provoca que el cascote se asiente en un lugar, en una órbita y no se mueva de ella.

Los Cascotes Verdes: Serían aquellos que, como nuestro cascote madre, albergan árboles, plantas, a Polino y agua. Todo lo necesario para que haya vida y televisión 3D en HD!

Los Cascotes con Fiebre de Sábado por la Noche (O "Cascotes On Fire"): Generalmente son los padrinos, que bailando en llamas atraen sutilmente a los cascotes lindantes, provocando que se meneen lentamente y en formas casi circulares alrededor suyo. Son cascotes muy seductores, pero a la vez muy egocéntricos, y aunque parezcan cálidos e inofensivos, siempre terminan enojándose y contagiando su fuego a todo el que se le acerca. No tienen mucha paciencia.

Los Cascotes Ausentes: Para explicar a este tipo de cascote, debería antes decir que los cascotes son seres que no soportan una pérdida. Cuando un cascote muere definitivamente se hace polvo y es tal la tristeza que emana, que provoca una desviación en el espacio-tiempo, generando así una gran fuente de depresión, que atrae todos los objetos cercanos y se alimenta de ellos. Cuando un cascote entra en una depresión, es casi imposible sacarlo de ese estado y su poder depresivo va aumentando a medida que pasa el tiempo. Nadie nunca se atrevió a entrar en esos agujeros, pero se rumorea que hay millones de copias de la discografía de Radiohead.

Los Cascotes Fantasma: Suelen llamarse así porque son aquellos que han muerto hace miles o tal vez millones de años, y sin embargo su luz sigue ahí, pueden verse a la distancia. Tal vez alguien se olvidó de decirle que murieron. Tal vez están ahí para asustarnos a todos. O tal vez simplemente están ahí para mostrarnos cómo sería la navidad si nos portáramos bien. Sea cual sea el motivo, Casper está cagado hasta las patas.

Los Cascotes Distantes: Son aquellos cascotes que se encuentran muy lejos. Esos que ves desde el patio de tu casa cuando el padrino no está mirando. Normalmente se dejan ver en esos momentos en que el padrino aparta la mirada, porque no se llevan muy bien. Tratan de acercarse lentamente, queriendo integrarse a la familia casi en vano, porque su movimiento no puede superar al de las otras familias.

Los Cascotes Anarquistas Sexualmente Activos: Son los que, sin rumbo, divagan por el espacio esperando poder impactar contra otro cascote, casi al azar, porque no siguen rutas ni les interesa seguirlas. Son como un caballo que... no, no voy a comparar un cascote con un caballo! Perdón. Digamos que son como cohetes con combustible infinito que esperan impactar para explotar.

Es cierto que conocemos bastante el comportamiento y la vida de los cascotes intergalácticos, pero sabemos también que hay mucho más allá arriba. Hay leyendas que cuentan de cascotes intergalácticos cuadrados o rectangulares, incluso con formas piramidales o psicodélicas, que ni Salvador Dalí ha pintado jamás.

Algunos cascotólogos de la Universidad del Enep, en Giorgia, Burzaco, están trabajando en la clasificación de tres nuevas especies de cascotes intergalácticos. Esto nos deja pensando en que no sabemos con qué nos podemos encontrar en el futuro, si hay futuro, si hubo un pasado, y si hubo un futuro alguna vez.

Cada vez más nos sorprendemos de estas cósmicas criaturas que como ya hemos dicho, parecen totalmente insignificantes, pero que si nos ponemos a pensar, y seguro que no lo haremos, los encontraremos fascinantes y descubriremos un mundo nuevo. O al menos, muchos de nosotros así lo esperamos.

Hasta la próxima y no se olviden de contarle a sus amigos que se acercan las 3(mil) visitas a este blog, y que ya se está preparando un gran evento que seguro no querrán perderse.


Au revoir! Ya vendrán tiempos mejores.