domingo, 20 de octubre de 2013

Solo

Hubo una vez un artista excelente, destacado en pintura, literatura y música. Sus padres murieron cuando él era muy joven, por lo que siendo hijo único, siempre vivió y se crió solo. Creció en su pequeña casa, en medio de una montaña, lejos de cualquier pueblo, y se acostumbró a su soledad.

De sus padres heredó una gran colección de pinturas, varios instrumentos musicales que habían pasado de generación en generación y una pluma dorada que era de su abuelo.

Solo, aprendió a tocar la guitarra, el piano y la mandolina. Creaba melodías impecables con armonías exquisitas, que causaban envidia a cualquier pájaro cantor, que automáticamente olvidaba su canto al escuchar las composiciones del artista.

Solo, fue dibujando en el lienzo todo lo que veía alrededor, captando detalles minúsculos y avergonzando a la realidad.

Solo, escribió los versos más tristes, las comedias más hilarantes y los dramas más apasionantes que jamás se hayan escrito.

Nunca nadie lo visitaba, nunca nadie lo llamaba. Él tampoco visitaba ni llamaba a nadie, y sólo, vivió muchísimos años componiendo, pintando y escribiendo magníficas obras.

A los noventa y tres años, sentado en una silla mecedora en la puerta de su casa, en medio de la montaña, lejos de cualquier pueblo, cerró sus ojos para siempre, dejando la colección de pinturas, música y letras más increíble que alguien pudiera imaginar.

Lamentablemente nadie pudo verlas, escucharlas o leerlas jamás. Nadie supo de su existencia, porque vivió siempre solo.

martes, 15 de octubre de 2013

La Encapsulación del Tiempo

Para comenzar este texto, debo admitir que realmente no se si existe el término "encapsulación", y si bien aparece en Google varias veces, sabemos que esto no es una fuente confiable de la cual la RAE estaría orgullosa, pero como sabemos que Arjona puede inventar palabras como "Camuflajeado" y perpetuarlas en un disco, yo puedo tranquilamente decir "encapsulación" y está todo bien.

Ahora, ¿Qué es lo que busco definir con la "encapsulación" del tiempo?

El tiempo es un fenómeno normalmente imposible de controlar, y nuestra percepción lo acelera o ralentiza dependiendo el contexto y la actividad que estuviéramos realizando en cada caso. Es posible entonces, que pasemos una hora jugando videojuegos y una hora trabajando, pero la de los videojuegos parezca haber acontecido en un lapso mucho más corto que la hora laboral. Esto es porque nos mantenemos, de una forma u otra, ocupados, realizando la tarea pertinente a cada caso, y desviamos la atención del reloj hacia lo que sea que nos encontremos haciendo.

De esta forma, pasan horas, días, y no podemos pensar ni hacer uso de nuestra introspección de forma correcta, ya que siempre nuestro foco está situado en el exterior, y pocas veces nos permitimos mirar hacia adentro.

Rompiendo con estas situaciones, existen pequeños -o a veces más largos- períodos donde el tiempo se detiene, y no podemos hacer nada para controlar su percepción. Se encapsula y deja de lado toda responsabilidad que podemos llegar a tener para con él, siendo un tiempo muerto (entre comillas) donde si bien no podemos hacer nada concreto, es el momento de sumergirnos en un pensamiento, un diálogo con nosotros mismos, una lectura profunda, o simplemente para relfexionar tratando de llevar la mente al punto más blanco posible.

Estas situaciones, entre otras, podrían ser: Viajes en colectivo (tren / avión), una caminata con un destino específico, esperas en consultorios, horarios de almuerzo, etcétera. Es decir, son momentos en los que no tenemos control preciso sobre nuestras acciones, y simplemente debemos limitarnos a esperar (sentados o de pie, muchas veces sin poder elegir) cierta cantidad de tiempo para continuar con nuestras vidas, llenas de tareas.

Es entonces, que en un simple viaje en colectivo de quince minutos, uno puede apoyar la cabeza en el respaldo, cerrar los ojos y pensar en qué comerá a la noche, en cuántas cervezas debe comprar para el fin de semana, en cómo le fue en el parcial de ayer, o bien aún, podría introducirse más en sí mismo y reflexionar acerca de su trabajo, de sus actividades, de sus próximos movimientos o replantearse conceptos que en otro momento le sería imposible por depositar nuestra atención en tareas (indispensables o no) que no dejan correr el pensamiento de esa manera.

Son pequeños momentos, normalmente cotidianos, que nos ayudan a descomprimir la mente y nos liberan de toda responsabilidad: Una vez que nos subimos al colectivo, llegar a tiempo no depende de nuestras acciones, y esto puede llegar a relajarnos de tal forma en que la mente se va por las ramas, y nos deja imágenes, colores y sonidos que de otra forma jamás podríamos ver.

Solo basta distenderse, mirar alrededor y fluir, junto con lo que en ese momento nos rodea.

jueves, 10 de octubre de 2013

Cuando tu Única Acción Posible es Correr

La mirada se afina como una aguja, mientras que las cejas se fruncen. Los puños apretados dan lugar a las primeras zancadas, siempre precedidas por una a mayor velocidad.

El pasillo es tan angosto que ante algunos descuidos leves, su hombro se raspa con la pared. Línea recta interminable.

Atrás, gritos.

La mirada al frente con la cabeza levemente inclinada hacia adelante, los oídos atentos a los ecos que retumbaban en el musgo del techo.

¿Detenerse? ¿Parar?

Los pies gastados, corroídos, la vista fija, la mente nublada. Los ladrillos que retroceden a su pasar. Los pies insistiendo una y otra vez contra el suelo, transpirando, temblando.

Siempre.