domingo, 20 de octubre de 2013

Solo

Hubo una vez un artista excelente, destacado en pintura, literatura y música. Sus padres murieron cuando él era muy joven, por lo que siendo hijo único, siempre vivió y se crió solo. Creció en su pequeña casa, en medio de una montaña, lejos de cualquier pueblo, y se acostumbró a su soledad.

De sus padres heredó una gran colección de pinturas, varios instrumentos musicales que habían pasado de generación en generación y una pluma dorada que era de su abuelo.

Solo, aprendió a tocar la guitarra, el piano y la mandolina. Creaba melodías impecables con armonías exquisitas, que causaban envidia a cualquier pájaro cantor, que automáticamente olvidaba su canto al escuchar las composiciones del artista.

Solo, fue dibujando en el lienzo todo lo que veía alrededor, captando detalles minúsculos y avergonzando a la realidad.

Solo, escribió los versos más tristes, las comedias más hilarantes y los dramas más apasionantes que jamás se hayan escrito.

Nunca nadie lo visitaba, nunca nadie lo llamaba. Él tampoco visitaba ni llamaba a nadie, y sólo, vivió muchísimos años componiendo, pintando y escribiendo magníficas obras.

A los noventa y tres años, sentado en una silla mecedora en la puerta de su casa, en medio de la montaña, lejos de cualquier pueblo, cerró sus ojos para siempre, dejando la colección de pinturas, música y letras más increíble que alguien pudiera imaginar.

Lamentablemente nadie pudo verlas, escucharlas o leerlas jamás. Nadie supo de su existencia, porque vivió siempre solo.

2 comentarios:

José A. García dijo...

Sola, en medio de la montaña, sin molestias, una excelente forma de vivir...

Saludos

J.

Unknown dijo...

Sola, sola en el olvido, sola, sola con su espiritu, sola... en el muelle de san blas...