sábado, 15 de agosto de 2015

El Loop de las Piedras

Somos seres pensantes, que vivimos en sociedad amuchados en autos, colectivos, edificios, ascensores y manifestaciones a favor de distintos pensamientos e ideologías que sorprenderían a cualquier filósofo de la Grecia Antigua.

Es así que, al vivir tan encimados, pegados uno al lado del otro, a veces, lo de "pensantes" nos queda un par de talles más grande e incorporamos en nuestra rutina ciertas imperfecciones que se van dando esporádica pero constantemente y nos hacen descreer de nosotros mismos, aunque con la convicción de que no lo volveremos a hacer, volvemos y volvemos y volvemos y volvemos (y así para siempre) a cometer los mismos errores.

Metafóricamente hablando, supongamos que vamos corriendo por una pista de atletismo, esas de polvo de ladrillos lisiitas, lisiitas, cuando de golpe, unos centímetros frente a nuestros pies, crece un cascote sólido, imposible de evitar. Lo impactamos, volamos hacia adelante, destrozamos nuestros codos, las rodillas, el mentón, se nos salen un par de dientes, pero como podemos, nos levantamos y al mirar hacia adelante, notamos que estamos un poco más atrás de esa piedra, pero la piedra ya se ha ido. Terminamos de incorporarnos, nos limpiamos el polvo de la remera blanca y seguimos la corrida hacia adelante, pero exactamente en el mismo lugar, el cascote aparece, inevitable, y volamos, y tenemos frutillitas en las extremidades que van a doler MUCHO al bañarnos, y una frustración amarga, tapada por la inocente idea de que no va a volver a pasar, pero nos levantamos y de nuevo, estamos unos metros atrás. Avanzamos, y, como no hay dos sin tres, volvemos a volar y a volar y nuestras rodillas ya son huesos, no tenemos más dientes, no podemos bañarnos nunca más, nuestra piel ya tiene un color aladrillado imborrable que cada vez nos va convirtiendo a nosotros mismos, en un cascote.

"Caminante, no hay camino, se hace camino al tropezar con la misma piedra una y otra vez"