jueves, 25 de junio de 2015

Infinitos

"El simple hecho de apagar todas las luces de una casa, hace que las cosas desaparezcan." me decía una y otra vez, tapándose y destapándose los ojos con una cinta de papel que había armado y pintado a modo de antifaz, sin agujeritos para los ojos.

Y ahí mismo, en medio de la vertiginosa improvisación de un saxofón que sonaba de fondo, reventaron los focos, y se arrimaron un poco las paredes, unas con otras. 

"¿Fuiste vos?" me preguntó riéndose.

"¡Claro!" contesté, dejando el destornillador, aún humeante, en el suelo.

De repente la habitación, negra, se volvió un campo, se volvió infinita. Podíamos correr kilómetros en línea recta sin descansar, podíamos gritar, saltar, teletransportarnos unos metros más adelante, o unos kilómetros más atrás.

Y así, sumergidos en la intemperie de la oscuridad, pudimos romper el techo, disolver las paredes. 

Las lámparas revivieron, nos estampamos contra el cielo y caímos al suelo, dejando grietas en todo el parqué. 

Por suerte quedaba todavía, un rollo entero de cinta de papel, y varias horas antes de que salga el sol.

miércoles, 24 de junio de 2015

CongelaDedos

Sabemos que el frío es un enemigo despiadado, y no tiene perdón ni clemencia ante nuestros suplicios. Es así, tan macabro su actuar, que no le basta con hacer que nos abriguemos con diesicéis capas de tapados de lana, tres remeras y ocho pares de medias de las que tapan hasta las rodillas, sino que ataca directamente a nuestra humanidad, a nuestra capacidad de actuar. Se mete con nuestro talón de Aquiles, que a pesar de ser metafóricamente un talón, está en las manos: Se mete con los dedos.

Sí. Aquellas pequeñas extremidades articuladas de la mano, son los blancos más fáciles del frío, que suele actuar haciéndoles bulling y casi petrificándolos, incrementando exponencialmente nuestra incompetencia.

Es así que durante los días frío enviamos mensajes de texto como "th epsoeor a las deiz en la puerya" sin estar ebrios, intentando mientras, que no se nos caiga el celular, porque podemos mover la mano tan lentamente que no alcanzaríamos a atraparlo. Esta lentitud se da también cuando queremos realizar casi cualquier actividad, desde una simple como abrir un picaporte (que si es de metal nos va a dar un poco más de frío horrible) hasta algo complejo como tocar la guitarra, donde nuestro cerebro envía información a los dedos para que se muevan en determinado orden, y los dedos le dicen "Loco, ¿qué carajo te pasa?, ¿no ves que no damos a basto con el personal?" y llaman al sindicato y se pudre todo.

Nunca vamos a poder entender por qué la mano más fría siempre es la del mouse, así le pongamos onda y la movamos, tratemos de hacerla entrar en calor, infructuosamente, claro, provocando así una escasa productividad en horas laborales, o casi nulas ganas de usar la computadora para hacer trabajos prácticos o estudiar.

Eso sí, está comprobado que para chatear con diez personas a la vez por Facebook, subir fotos a Instagram, o postear cosas que odiamos en Twitter, la mano sube la temperatura y se mueve siempre lo más bien, así que debe ser el trabajo que nos enfría los deditos!

ANEXO:

Ni hablemos de los dedos de los pies, que se congelan aún peor, pero no los sentimos, flotando en un sufrimiento silencioso hasta que de alguna forma, algún mueble, una silla, el perro o cualquier elemento contundente impacta de forma brutal e inesperada con ellos y sentimos ese dolor lento, frío y cálido a la vez, retorciéndonos en el piso, enumerando todos los insultos que sabemos y llorando como infelices, quedándonos sin poder caminar por unos cuántos segundos.

lunes, 15 de junio de 2015

Segundo Manifiesto del Abismo: La Necesidad del Movimiento

Un abismo es como una bola de nieve, que se derrite si se queda quieta, pero en movimiento va creciendo hasta estrellarse en un todo y se convierte en nada.

Contrario a la nieve, el abismo carece de volumen, puesto que es un espacio vacío, y al girar, agrandarse y estrellarse contra la nada, crea todo.

Este abismo tal como lo conocemos, lleva seis años desde que empezó a girar y tan vacío está que dejó pequeños todos en el camino, esos todos, algunos se derritieron, otros giraron hasta chocar con otros todos y hacerlos nada y esas nadas, pequeñas abismas, crecieron y rompieron y borraron y crecieron y crearon y sus clústeres hoy siguen rodando, aunque algunos se derritan.

El movimiento, la nada y el todo son los grandes pilares del abismo, puesto que siendo un abismo la nada donde cabe un todo, requiere del movimiento para que esto ocurra. Sin nada, no hay todo, sin todo no hay nada y sin movimiento no existen ni la nada ni el todo.

Imaginen una realidad estática, donde los planetas no orbiten, donde el universo no se expanda, donde las estrellas no envejezcan, donde no existan movimientos tectónicos que vomiten volcanes o que los apaguen, donde no existe el viento y las hojas de los árboles que no podrían existir queden estáticas en su propia inexistencia.

Claramente en ese escenario no existiría la vida, sería una hoja en blanco antes de ser creada, porque nunca existió el impulso, la idea motora que la materializó, y en parte, eso es el abismo: Una idea contenida esperando ser materializada, pero en pleno movimiento que, de a poco, la acerca a su existencia.

martes, 2 de junio de 2015

Silencio En Silencio

Todos los silencios esconden miles de sonidos, eso ya es sabido y sumamente repetido por miles de poetas contemporáneos, por músicos, por amantes de la literatura.

Hay sonidos que tienen en sí mismos sostenidos, bemoles, rojos, verdes, amarillos, turquesas, metáforas, líneas, historias, cigarrillos, caricias, complicidades, guiños, aire, viento, huracanes, tormentas, ventanas, lluvia, agua, mares, ríos, mates, pasto, árboles, pájaros, cielos, soles, lunas, meteoritos y saturnos.

Pero el silencio más poderoso de todos, y a su vez el más atroz, es el silencio que contiene dentro de sí otros silencios, cuya fuerza es inmensa y suele generar ese efecto de vacío capaz de destruir sostenidos, bemoles, rojos, verdes, amarillos, turquesas, metáforas, líneas, historias, cigarrillos, caricias, complicidades, guiños, aire, viento, huracanes, tormentas, ventanas, lluvia, agua, mares, ríos, mates, pasto, árboles, pájaros, cielos, soles, lunas, meteoritos y saturnos.

Ese vacío, ese silencio al cuadrado, suele aparecer más allá de la muerte, es la muerte triple, cuando mueren la palabras, los sonidos, los sentidos, y nada más puede propagarse, porque todo, hasta lo más fuerte, es incapaz de penetrar el vacío, que por más contradictorio que suene, es la fuerza más increíble que existe, la destrucción en su máximo exponente, el lado mil por ciento salvaje de la existencia, que arrasa con todo, con la felicidad, con la tristeza y con todo lo imaginable.

El silencio dentro de un silencio, son millones de bombas de hidrógeno cayendo al mismo tiempo en un mismo punto, en una milésima de segundo que dura más de una hora, y nos permite viajar miles de millones de años al pasado, momentos antes de que se produzca el big bang.

Esto sucede cuando REALMENTE no queda más por decir.