jueves, 29 de diciembre de 2011

Nota Editorial #6

PLAN DE DOMINACIÓN MUNDIAL INICIADO


Con este título en bold y cuerpo enorme me enorgullece presentar y dar la bienvenida al año nuevo que comienza, informando que la profecía Maya para el 2012, si bien es cierta, está algo equivocada. No se trata del fin del mundo, sino que esperamos una nueva etapa para la humanidad.


El abismo está tomando las calles de a poco, mezclándose con la gente e interactuando con ella. Pocos son los que se resisten a tal ofrecimiento. Después de todo, quién puede no agarrar algo que está en la calle y dice AGARRAME?


He aquí, les dejo ser partícipes de lo que es la primera etapa del plan de dominación mundial del abismo:
(Clickeen las imágenes para verlas grandotas!)






Como lo han visto, ya salieron los primeros libritos abismales, disponibles en distintos puntos del orden público, alterando el paisaje y a los ciudadanos, sobre todo los mayores de 70.

El pequeño ejemplar tiene tres historias que también pueden encontrar en el blog:

Todas ellas ilustradas por Tuerquita.


Se están gestando un par más, próximos a salir de cara a la dominación mundial el año que sucede al presente, asfixiando las calles y tiñiéndolas de un pintoresto celeste y blanco, que mucho dista del patriotismo y más se asemeja a lo que no tiene que ver con nada.

Si alguno desea obtener de buena fe alguno de estos gratuitos ejemplares, y colaborar con la abismal dominación mundial de este 2012, enviá un mail a info@paradoenelabismo.com.ar

O por cualquier otra cosa, info@paradoenelabismo.com.ar (ahora que tengo mail debo usarlo!)

Perdonen por las espontáneas desapariciones, pero tuve un par de materias que destruir. 

Les deseo una feliz invasión mundial para el año que entra, y mucha Reino de Castilla para todos!

Salud!!!!!

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Pregunta Cósmica

La gente con múltiples personalidades, ¿puede ser considerada una multitud?

sábado, 17 de diciembre de 2011

El Día de la Muerte


Luego de tanta violencia en el mundo y para que todos los seres humanos tuviéran su momento de descarga, entre varias organizaciones de alto poder y con la aceptación de todos los países del mundo, se creó el día mundial de la muerte.

Ese día el gobierno de cada país, de cada provincia o estado, de cada localidad y de cada municipio, entrega un arma con una sóla bala a cada habitante, quien tiene derecho a usarla contra otro ser humano, cualquiera sea la causa, con total inmunidad policial y de cualquier tipo.

Teniendo en cuenta que todo el mundo se quejaba, pero a su vez todos querían eliminar del mundo a alguien, el proyecto fue practicado por todos a pesar de sus negativas. Por ende ese año la población bajó a la mitad. Al año siguiente, se volvió a repetir la actividad y gracias a deseos de venganza por el año anterior, la celebración del día de la muerte se hizo más intensa. Para las cuatro de la tarde todos habían matado ya a su candidato. La población mundial volvió a cortarse a la mitad.

Pasados unos años, y ya cegados por la ira y la libertad, la población había quedado en sólo dos personas: Una que vivía en América y otra de Oceanía. Al no tener otras personas que los ayuden a transportarse, se valieron de sus propios medios para encontrarse, sin ni siquiera conocerse, sólo por el hecho de que tenían la posibilidad de ejecutar a alguien. Cuando por fin se encontraban frente a frente a unos diez metros, y antes de que pudieran sacar sus respectivas armas, ambos murieron de fatiga, causada por el arduo viaje que habían emprendido.

La celebración del día de la muerte había llegado a su fin.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Discordia


Ruth le pincha el ojo con un alfiler. Primero es una niña y luego es un monstruo. Emana situaciones de discordia. Trata de vencer a los caballos que corren prados sin pensar. Trata de aislarse y desvanecer.

Ruth le pinchaba el ojo con un alfiler. Destellaba fugaces dolores fugaces. Rayos de sonido. Luego todo era confuso, se hizo humo. Dispersaban malheridos al pasar los camiones. El monstruo reaccionó.

Ruth le pinchará el ojo con un alfiler. Misma cara, mismos gestos. Sinuosidades de un escalpelo por cortar. La carne se hará sangre. Gritarán melancolías. Estornudarán.

Ruth le habría pinchado el ojo con un alfiler. Manos habrían zarpado muelles por nacer. Situaciones. Condiciones ilimitadas. El ambiente húmedo habría desintegrado sus cristales. Crisálidas de aire. El monstruo habría dormido.

Ruth jamás le pinchó el ojo con un alfiler.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Encendedores

Entramos al pequeño departamento, yo con los cuadernos abajo del brazo, ella con las llaves aún tintineando en su mano. Era un departamento chico con un par de habitaciones, aunque ella vivía sola hacía muchos años. Me ofreció tomar algo, pero le dije que no, puesto que ya había almorzado hacía menos de media hora.

Entonces me invitó a pasar a su habitación, donde estudiaríamos historia de un siglo que no quiero recordar, no porque haya sido un siglo malo, sino que en este momento no estoy en condiciones de recordar hechos históricos, más que el que continúa en estas líneas.

Pasando por un pasillo angosto de paredes pintadas con cal, una puerta entreabierta llamó mi atención y me desvié para ver de qué se trataba. Abrí un poco más la puerta y la luz de la ventana me dejó ver miles de pedazos de plástico traslúcido en el piso. Había de distintos colores: Rojo, azul, violeta, naranja, entre otros. También había unas marcas raras en las paredes, como de pequeñas salpicaduras o manchas.

Me agaché para agarrar un pedacito de plástico y lo miré detenidamente. Me resultaba extrañamente conocido, pero no podía recordar de dónde venía. Hasta que por fin vi en el suelo una ruedita que reconocí indudablemente. Cuando la estaba por levantar, ella apareció por la puerta con una sonrisa, y me dijo de qué se trataba.

"De chica voy a recitales, me encanta sentir cada segundo que estoy entre la música, la gente, el calor, el éxtasis de la verborragia de notas cayendo ante una exhausta multitud que agoniza pidiendo más. Cuando tenía 16 años volví muy indignada de ver una banda que amaba en esa época, porque no habían tocado la canción que más me gustaba, por tocar otras de sus nuevos discos que no me gustaban tanto. Tal era mi enojo, que volví a casa y me encerré en esta misma habitación, donde solía ser un pequeño lugar de estudio. Como no podía soportarlo, me enfurecí estando acá adentro, y saqué de mi bolsillo el encendedor que llevaba -porque fumaba ya desde esa edad- y que había prendido en el recital en un par de temas lentos que lo ameritaban. Sentía tanta ira que lo arrojé completamente lleno contra la pared, e hizo una explosión después de la cual inmediamente empezó a sonar el tema que no habían tocado por la radio de uno de los vecinos. ¿Coincidencia o equilibrio del karma? Ni siquiera se me ocurrió meditarlo. Disfruté del tema como si aún estuviera en el recital, moviendo la cabeza, cantando. Cuando la canción terminó, sentí un alivio, como si de repente mi cuerpo no pesara y nada importara. Por eso desde entonces llevo un encendedor a cada recital que voy, lo prendo en algunos temas levantando la mano lo más alto que puedo, para captar esa energía positiva, y cuando vengo a casa lo primero que hago es estrolarlo lo más fuerte que pueda contra la pared, para que esa energía quede en casa, en esta habitación, que es mi lugar de descanso mental, donde nada puede salir mal, donde reposan aún los mejores momentos que viví en los últimos diez años."

Con eso ya había aprendido lo suficiente de historia como para sonreir un rato inmenso.

Y así fue.