jueves, 28 de noviembre de 2013

Burocracia

- Hola, buenas tard...
- Si?
- Vengo a hacer el trámite para...
- Un número 45b, claro. Complete estos tres formularios rosa con lapicera azul, el celeste con negra y firme en todas las cruces de la izquierda. No escriba sobre esa línea punteada y no doble las hojas por favor.
- (...) gracias.

[Quince minutos después]

- Acá traigo los...
- Sí, a ver. Mmmhmhfmm... mhhmdmmfmfm... le faltó una firma acá...
- Cierto, listo.
- Perfecto. Aguarde en la sala por favor, lo vamos a estar llamando por el apellido en un tiempo de tres a cuatro semanas.
- TRES A CUA...
- Sí señor, ¿es sordo?
- ¡No puedo pasar ese tiempo acá! ¿Puedo volver en tres...
- ¡No! Porque si el trámite se acelera y lo llamamos, suponga, a la primer semana y usted no está, deberá entonces cancelar el trámite ya iniciado, completando los formularios #456w, #592h y claro, el 342h bis, pero sólo la primer mitad, para después iniciar nuevamente el trámite pero duplicado, por lo que además de completar los que usted ya acaba de, deberá anexar fotocopias de tres autorizaciones firmadas por el director del departamento, que sólo viene los días impares de los meses pares, y está disponible sólo en horas no divisibles por tres, pero sólo después del mediodía.
- Pero tres... cuatro semanas... ¿qué voy a...
- Puede sentarse en una de esas sillas. Cuidado que algunas tienen algunas de sus grampas hacia afuera, ¡no querrá rasgar su ropa!, aunque usted no parezca preocuparse por ella. Puede levantarse cuando lo desee y beber del bidón de agua. No hace falta que traiga su propia botella, hay un vasito, ¡ese!, el de plástico que está sobre el mismo dispenser, es el de uso común para la sala de espera.¡No se precupe! Todos han tomado de ahí, incluyendo el señor viejo que no para de toser. Si él no murió, dudo que a usted le pase algo, ¡Ja ja!. recuerde que no se pueden utilizar el teléfono, ni para mirar la hora. Para eso tenemos el reloj de pared redondo que durante los momentos de silencio suena como una gotera.
- Pero, ¿cómo puede ser que se tarde tanto para...?
- No es algo tan sencillo como depositar un papel en un escritorio, firmarlo y devolverlo. Los formularios que usted completó, con una letra bastante desprolija, si me permite, son dispuestos en esta caja verde que ve detrás de mí. La secretaria del secretario del director pasa a las cuatro a recoger todos los formularios que, como los suyos, yacen ahí esperando. Ella los lee, corrobora, firma y sella debajo de la primer línea punteada, esa donde le taché lo que escribió donde no iba. Luego, llega a manos del secretario del director, quien vuelve a leer todo, sella y firma los papeles nuevamente en el recuadro turquesa y los deja archivados en la caja de pendientes. Antes de llegar a manos del director, la caja es llevada a la junta predireccional donde un jurado de treinta y tres personas evalúan cada caso, y firman y sellan dos veces cada hoja.

Por lo general, la tinta de los sellos suele acabarse al segundo día a eso de las cinco de la tarde, momento en el cual debe pedirse más para poder seguir sellando. Entonces, la recepcionista llama a la secretaria del secretario del director para pedirle que evalúe la posibilidad de pedir una nota para que se confeccione una orden de compra por unos cuantos litros de tinta para sellos. Por cuestiones administrativas no podemos pedir más de tres frasquitos, lo que nos alcanza para otros dos días y medio de trabajo. La orden de compra es analizada y aprobada por el departamento de artículos de oficina, y ellos hacen otra nota pidiendo por favor a la fábrica de tinta que le den de forma fiada un tarrito de tinta, para poder sellar la misma nota que acaban de mandar, por duplicado.

Una vez la tinta fiada es recibida, el departamento de artículos de oficina puede sellar entonces, la nota de pedido de compra de las tintas, que pasa nuevamente a la secretaria del secretario del director, que le pone el gancho correspondiente para que vuelva al departamento de artículos de oficina, donde el empleado de turno revisa el pedido, le asigna un número y envía por fax al director de compras, el cual responde al mismo fax con un 1 si la nota está aprobada o con un 2 si no se puede aprobar. Si el fax escupe el 1, entonces el empleado de turno vuelve a firmar la nota, esta vez debajo de la línea marrón, y envía dos notas al departamento encargado de efectuar la compra: La primer nota es la del pedido de tinta para la oficina, y la segunda es la nota de pago por la tinta fiada.

En el horario de tres a cinco y media, seis menos cuarto, el departamento que se encarga de las compras recibe las notas y las deja reposar en la caja amarilla un día entero, para revisarlas luego, sellarlas con lo que sobre de la tinta fiada y producir el ticket de compra correspondiente a la tinta nueva.

El pedido formal de la compra de la tinta es redactado por el mismísimo director de recursos, pasando por la aprobación, firma y sellado del supervisor de compras, el contador y el controlador de stock. Una vez esa nota -triplicada- ha sido girada a los sectores correspondientes, pasa a manos del cartero, que debe llevar la correspondencia a la sede central del correo, donde sellarán, estampillarán y categorizarán la nota -transformada en carta- para su posterior envío certificado a la fábrica de tinta para sellos.

Ellos recibirán el pedido en aproximadamente seis días, y tardarán otros tantos en producir la tinta solicitada, ya que su política no les permite generar excedentes que no vienen por nota en la fabricación de tinta.

Una vez la tinta está embalada, lista para enviar, ellos dirigen una nota firmada por el Comité Nacional de Tintas (CNT) a nuestros directivos, para preguntarles si desean que les envíen el pedido. La nota-carta hace el camino inverso, es recibida por la secretaria del secretario del director, que para agilizar el trámite está autorizada a responder, ¡sino tardaríamos un montón! ¡Imagínese!.

Ella responde la nota nuevamente haciéndola cara por correo, y la fábrica de tintas le responde con un fax que, entre formalidades, dice "la tinta ya está en camino".

La tinta suele llegar en un camioncito bordó, que maneja el tipo este de bigotes... ¡nunca me acuerdo el nombre! Y viene con su talonario 36y, yo lo firmo como "visto, a comprobar", no quiero quedar pegada si hay algún error en el pedido. Entonces el departamento que se encarga de las compras revisa que la tinta sea la adecuada, y efectúa el pago.

La tinta es suministrada los jueves por el personal de mantenimiento y llega al comité de las treinta y tres personas usualmente por la mañana, un rato antes de que ellos vuelvan a ingresar. Ahí vuelven a releer todos los formularios, y firman aquellos que no habían firmado. Los devuelven aprobados -esperemos- al secretario del director, que esperará a que el Señor Director se desocupe para dejarle en su buzón todos los formularios firmados y sellados. Una vez que él lo disponga, los releerá, firmará y sellará con tinta fiada, puesto que la anterior la han vuelto a consumir los treinta y tres. Igualmente ya hay una nota-carta en camino a la fábrica de tintas, para ahorrar tiempo.

Las notas firmadas y selladas vuelven a esta otra caja que tengo a mi derecha, la azul mar calmo, esa, sí. Pero esta vez deben ser transportadas por un personal de maestranza, puesto que el peso de la tinta hace imposible transportarlas sin una carretilla.

Una vez que las notas vuelvan, yo las ordenaré alfabéticamente e iré llamando a cada titular para que las retire, firme y selle, para que pueda efectuar el pago. Con el ticket correspondiente abrochado del lado superior izquierdo, ahí mismo podré darle la firma y el sello final que le permitirá empezar el trámite.

Este último sello, también con tinta fiada, porque estamos un poco cortos de tinta, ¡No somos calamares! ¡No somos!, Sabrá usted comprender. Por favor, ahora siéntese que tengo mucho trabajo.

- ...

[De tres a cuatro semanas después]

- ¡USTED! ¡DESPIERTE!
- Si? Qué...
- Ya están sus formularios... firme acá, acá, sello, pague y tráigame el ticket, pero mañana... perdón, el martes, porque ya cerramos y el lunes es feriado. Llévese este folletito con las instrucciones.

Me quedé de pie, parado, alternando mi vista entre los ojos de la secretaria, los formularios y el folleto, que muy chiquito, abajo, decía "PAGUE POR PAGOELECTRÓNICO. ¿Sabía usted que utilizamos un 60% más del papel necesario? ¡Cuidemos el planeta!".

martes, 19 de noviembre de 2013

Desenlace de las Tormentas

Los cúmulus nimbus avisan a los cirros entre estocadas de sol que la retirada ha comenzado. Como un vidrio al romperse con violencia, los algodones se ven a merced del viento, quien acarrea en varias direcciones mientras el rey dorado va ocupando nuevamente su trono allá, en la cima de todo, desde donde la Tierra parece una pelota de tenis y plutón ni se ve.

Usted puede entonces suspirar, respirar, frotarse los ojos, u otra acción que le de la gana. Trate de no parecer sobreexcitado, puesto que a vista de los demás ha soportado el cataclismo con estilo y calma y un sobrefestejo dará indicio de lo que le ha costado realmente. Llévese ese secreto a la tumba.

Mídase, verá que ahora es usted casi un centímetro más alto, aunque seguro estará pesando unos kilos menos de lo que cualquier nutricionista matriculado le recomendará. No se preocupe, el peso va y viene.

Las nubes han desaparecido ya casi por completo y la luz vuelve a reinar el cielo. Sentirá que la piel se la va quemando y los ojos no soportan el brillo. Eso, es porque usted ahora es una tormenta y ha incorporado algo de su oscuridad en su organismo. Por lo general estos efectos duran años y es posible que viva para siempre con ellos. Acostúmbrese.

Ahora decida. Puede usted quedarse inmóvil al sol, seguir por el camino que transitaba al comenzar la catástrofe o comenzar uno nuevo. Incluso puede cerrar los ojos y correr aleatoriamente hacia un rumbo nuevo.

Sea cual usted se decida por, otras tormentas vendrán a buscarlo, pues al ser usted mismo una tormenta tiene la capacidad aumentada para atraerlas, pero no debe preocuparse por nada, puesto que es totalmente inevitable, y ya hablamos de lo inevitable, ¿no?.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Nudo de las Tormentas

A esta altura, debe estar usted sumergido en gruñidos húmedos, en efímeros vientos, rozado por inofensivas cataratas y luchando con monstruos invisibles. ¡Felicidades! Usted se ha convertido en parte de la tempestad. Ella lo ha tomado y asimilado como un malvón absorbe el agua que se filtra por la tierra donde crece.

Para manejarse con cierta comodidad durante el desarrollo a veces impredecible de los acontecimientos (recordemos que el 95% de las tormentas son totalmente ciclotímicas), recomendamos observar bien alrededor y no cometer estupideces. Una de ellas sería temerle a los mortales rayos cargados de electricidad y luminiscencia que en cualquier momento podrían caer sobre usted y reducirlo a un polvo similar al que deja un sahumerio consumido. El cataclismo podría, aleatoriamente, decidir arrojarle uno en cualquier momento y usted no podría detenerlo ni hacer nada al respecto. No debe preocuparse por lo inevitable, pues es inevitable.

Procure sí, esquivar pozos inesperados, depositando su atención en el camino manteniendo la postura erguida y firme. No sirve de nada la gelatina.

Podría también tararear o silbar las melodías que le resulten más exquisitas, preocupándose claro por no desafinar para no involucrar un problema más entre usted y la tormenta.

Recuerde que mientras más fuerte sea el sonido de los rugidos, más inmerso se encontrará, y a mayor inmersión más velocidad tendrá su escape. Sí, así de simple.

Cuente también los segundos de calma entre un trueno y un rayo, ya que esta relación dará pistas útiles para establecer su proximidade, dirección e intensidad con respecto a la tempestad.

Mantenga su movimiento, no se detenga.

Todo lo que creyó o le han enseñado acerca del uso del paraguas, olvídelo, no sirve. Imagine delegando la tarea de protección ante un acontecimiento de esta magnitud a un simple tejido alambrado. Suena ilógico. Bueno... ¡Lo es!

jueves, 14 de noviembre de 2013

Introducción a las Tormentas

Si ve usted en el horizonte próximo acumulaciones esponjosas color gris viento, generalmente precedidas por una leve disminución de la temperatura, está adentrándose en una dimensión lluviosa y agresiva. No piense siquiera en retroceder, puesto que la tormenta ya se ha fijado y si trata de huir sólo lograría enfurecerla más. No le de el gusto.

Prosiga en línea recta, en lo posible aumentando la velocidad para por lo menos, intentar amedrentarla.

No piense, no se preocupe. La calma será su aliada, recuerde siempre dónde la ha dejado y procure no perderla.

Avance con los ojos clavados en la tempestad, como enfocándose en sus pupilas, la frente segura y déjese acariciar por las brisas que se vuelven vientos, y los vientos que se vuelven... vientos aún más fuertes.

Seguramente a esta altura usted estará colisionando con la tormenta de un momento a otro en distancia imposible de medir. No malgaste su tiempo en conseguir refugio, no lo encontrará.

Delíguese, primero mental y luego físicamente, de sus pertenencias: Reloj, celular, corbata, camisa, anteojos, sombrero y prepárese para el impacto.

Las primeras gotas caen como bombas inofensivas a simple vista, pero pueden provocarle un leve resfrío en unas horas. No se confíe. No confíe.

Siendo dos fuerzas opuestas, cuando el choque se produzca debe usted ser tan intenso como el fenómeno mismo al que se enfrenta. Si en algún momento se siente superado, cierre los ojos y disfrute sus últimos minutos con los átomos en su lugar. Si en cambio está usted superando a la tormenta, baje los decibeles hasta alcanzar su fuerza exacta. No tiene sentido enfrentarse a un enemigo más débil que uno.

Al escuchar su rugido, apriete sus puños con fuerza, y si es necesario grite con la garganta hasta que se rompa. Quédese afónico.

La colisión es inminente.