martes, 2 de diciembre de 2008

Extraño

Hacía como seis meses que no iba. Fue algo rápido. Cuando entré justo estaban terminando de atender a un señor que hablaba de política y de la situación económica mundial. Cuando se levantó, por fin pasé. "Sentate", me dijo un muchacho y enseguida me atendió. Me hablaba de cosas que yo todavía no llegué descifrar mientras veía un programa de chimentos en la tele.

Estuve adentro entre 10 y 15 minutos. No dolió absolutamente nada.

Salí del local y empecé a caminar para la parada del colectivo. Mi reflejo se veía en todos lados. Puede ser que justo ahora empiece a ver mi cara reflejada en TODOS lados??? Vidrieras, autos, carteles, ventanas, chapas, metales y hasta alguna que otra pared pintada con alguna pintura sintética brillante reflejaba mi cara. No había notado cuántas veces uno se ve a sí mismo cuando camina por la calle.

Sentía que la gente me miraba como diciendo "este tiene algo raro"... y se quedaba mirándome unos segundos, hasta que mi colérica mirada de respuesta los hacía mirar al suelo nuevamente. Todos iban apurados por la estación, pero sin embargo tenían cinco segundos para mirarme.

En la parada, las viejas me miraban como a un bicho raro, como algo extraño. La espera fue incomodísima. Sentía que hablaban de mi entre ellas, que me juzgaban.

Hasta que por fin llegó el colectivo. Obviamente, las viejas pasaron primero haciendo valer sus derechos con la más ferviente energía. Yo me subí atrás de ellas, y como era de esperarse, el colectivero fijo su mirada en mi (como ya lo habian hecho unas diez personas) y le dije "uno veinte". El tiempo que tarde en acercarme a la máquina, poner las monedas, agarrar el boleto (que se quedó trabado en la máquina, para mayor humillación, haciéndome perder valiosos segundos que parecieron milenios) fue eterno, incluso cuando camine por el pasillo hasta MI asiento adelante de la puerta (en el que trato de sentarme siempre) fue lentísimo.

El viaje en colectivo fue normal, porque las viejas se bajaron pasadas unas cuadras y no había nadie más en el colectivo. Aunque a veces sentía que el colectivero me miraba por el espejo y contenía su risa.

Me bajé y camine dos largas cuadras hasta mi casa. El semáforo estaba en rojo, y mientras esperaba para cruzar, los conductores desviaban algo de su atención para mirarme. Por suerte el verde vino rápido y pude cruzar, para llegar lo más rápido posible a mi casa.

Toqué timbre. Nada.

Volví a tocar. Nada.

Toque una y otra y otra vez.

Grito -"AHI VA!!"

Pasos.

Llave.

Picaporte.

La puerta se abre... mi mama me mira con una cara que queda entre el asombro y la felicidad:
-"Te cortaste el pelo!"





Así me sentí hoy.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

esto no es una metafora para explicar sensaciones inexplicables...

que contradictoria es la vida a veces...

Mai dijo...

no entendí lo que quiso decir la muchacha.
a mí me gustó esta entrada, ya me estabas asustando :P
espero que te haya quedado bien el pelo ^^