viernes, 14 de agosto de 2015

Selectividad

Una mañana, la vi corriendo con terror de aquella esponja húmeda que yacía en el fondo de la bañera.

Otro día, después de almorzar, la vi gritando por una aceituna que había caído fuera del plato al levantarlo.

La tercera vez, pasó cuando una nube de aspecto gracioso y redondo pasó por el cielo, delante de sus ojos. Empezó a correr como nunca, hasta refugiarse en un cuartito cercano.

La fui a buscar y le pregunté qué le pasaba. Levantó su cabeza, y temblando me respondió: "Uno puede tener miedo cuando quiere".

No hay comentarios: