martes, 22 de septiembre de 2015

La PrimaverXa

Resulta que estaba por empezar a escribir de otra cosa, y ya tenía la idea masomenos cocinada, cuando una mañana me levanté totalmente transpirado, tapado por las sábanas y frazadas que suelo usar a fines de agosto/principios se septiembre y me dije "Alguien se olvidó la estufa prendida", y sí, definitivamente alguien se la olvidó, pero en alguna galaxia cercana y nos vino todo el calor de golpe.

Pero la primavera nos brinda, además de un colorido paisaje, algunos comportamientos irritantes de la gente que nos rodea, empezando por un fuerte ataque de felicidad porque llega esta estación, y de su mano, el amor, las plazas las carilinas y las pastillas antialergénicas, pero no sólo antialergénicas para las alergias que fatídicamente producen el polen, el aire y las viejas del bondi, sino también por las plazas atestadas de adolescentes hormonalmente nucleares que deciden tirar una mantita en el pasto, pegados los unos a los otros cuan Mar del Plata en plena temporada, pero intercambiando el olor a bronceador por el de los pochoclos.

Entonces, un domingo a la tarde con un poco de sol, se transforma en una especie de Woodstock donde hay que pasar esquivando gente por todos lados, porque obviamente, las personas no se ponen un bucito para salir en invierno cuando hace un poco de frío, sino que acumulan todas sus ganas para salir todos en una especie de avalancha cuando empiezan a asomar los primeros rayos de sol y el calorcito, aunque leve, comienza a sentirse en el ambiente.

También afloran los algodones de azúcar, pegajosas golosinas del diablo, que pretenden parecer voluminosos cuando en realidad al pegar los primeros mordiscos nos damos cuenta que es 90% aire, quizás un poco más que lo que traen los paquetes de papas fritas. Podría decirse que el algodón de azúcar es un alimento no apto para ansiosos, puesto que el nivel de manija que genera es altísimo, y cuando una persona espera llenarse comiéndolo, termina frustrada, casi casi al borde de un suicidio lento, pero doloroso, como en las mejores películas de tortura gratuita que tuvieron su auge un tiempo atrás.

¿Quién se robó la primavera? Me pregunto a veces cuando, al salir de casa con una remerita me doy cuenta, ya cuando es demasiado tarde que todo está perdido y que el frío es incontrolable, pero es muy tarde para volver a casa a buscar un saquito. Salimos del invierno para entrar en un verano que nos pegó duro, y seguramente vuelva a haber días de frío, pero el placard se vuelve loco, tiene miedo y no sabe ya si al despertar mañana vamos a ir al cajón de las medias o al de las sungas (porque es obvio que todos guardamos las sungas que SÍ usamos en un cajón especialmente reservado para ellas), o si saquearemos el área de camperas.

Mucho culpan al calentamiento global, otros a los dinosaurios, algunos empiezan a creer que el infierno se acerca y se aleja de la superficie generando o echando atrás la ola de calor, pero ¿cómo podemos realmente saber lo que pasa?

El vaivén termostástico (porque todos sabemos que esa palabra existe), nos va dejando la misma incertidumbre que el pasaje entre el otoño y el invierno, pero casi a la inversa, y entramos en la primavera anonadados entre resfrío, mocos, alergia y no saber si con el ataque de fiebre repentina moriremos a causa de alguna de las epidemias en curso o simplemente tomando un par de pastillas podemos salir y chupar frío, además claro, de lo que cada uno quiera chupar. Son libres de hacerlo.

¿Qué pasaría si hiciera calor todo el tiempo?

Las empresas de aires acondicionados romperían sus récords en ventas, pero el consumo eléctrico aumentaría considerablemente, ya que el calor por lo general se produce con gas (si, ya se que existen generadores de calor eléctricos, pero no me jodan), y el frío con electricidad, mucha electricidad.

Entonces, es probable que haya que instalar más centrales eléctricas para soportar este consumo, y muchas se fundirán. Explotarán e incendiarán con fuego eléctrico los campos, que derivarán en incendios forestales casi imposibles de controlar, puesto que los focos estarían muy dispersos y los cuerpos de bomberos no darían a basto para apagarlos a todos a la vez.

Luego, el fuego llegará a las casas, obligando a la gente a escapar y huir hacia lugares del campo a los que el fuego no ha llegado aún, esperando que lo haga de un momento a otro. La tierra se convertirá en llamas, los océanos se evaporarán debido a las temperaturas altísimas producidas por el fuego que, para ese entonces habrá eliminado al 99% de la población y de los seres vivos.

El vapor de agua llegará a la atmósfera, limpiando el humo negro que se había concentrado por la quema del mundo, volviéndose una toda nube blanca, que explotará en lluvia, apagará el fuego y llenará al mundo de agua nuevamente, pero esta vez cubrirá la superficie terrestre casi por completo, dando lugar a una nueva etapa del mundo con vida preferentemente acuática.

Si se lo están preguntando: Sí, el planeta está conspirando para matarnos.

Si también se lo están preguntando: Sí, los delfines son muy inteligentes y están planeando todo esto.

¿Delfines? ¡Claro! Es obvio que los delfines están utilizando el cambio climático para destronar a los seres humanos del planeta, para convertirlo en un medio acuático casi por completo y ser los nuevos reyes, en un mundo donde quizás dejen algunos seres humanos vivos sólo para capturarlos y armar con ellos, latas con humanos desmenuzados en aceite o agua, con los que prepararán deliciosas ensaladas, sandwichs, y hasta tartas! ¡TTTAAARRRTTTASS!

Así que tomemos conciencia... aunque haga calor en momentos donde no debería hacer calor, no compremos más aires acondicionados, no le demos el gusto a los delfines de dominarnos, ¡Están usando la primavera contra nosotros!

¡Feliz primavera histérica para todos!

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