jueves, 1 de diciembre de 2011

Encendedores

Entramos al pequeño departamento, yo con los cuadernos abajo del brazo, ella con las llaves aún tintineando en su mano. Era un departamento chico con un par de habitaciones, aunque ella vivía sola hacía muchos años. Me ofreció tomar algo, pero le dije que no, puesto que ya había almorzado hacía menos de media hora.

Entonces me invitó a pasar a su habitación, donde estudiaríamos historia de un siglo que no quiero recordar, no porque haya sido un siglo malo, sino que en este momento no estoy en condiciones de recordar hechos históricos, más que el que continúa en estas líneas.

Pasando por un pasillo angosto de paredes pintadas con cal, una puerta entreabierta llamó mi atención y me desvié para ver de qué se trataba. Abrí un poco más la puerta y la luz de la ventana me dejó ver miles de pedazos de plástico traslúcido en el piso. Había de distintos colores: Rojo, azul, violeta, naranja, entre otros. También había unas marcas raras en las paredes, como de pequeñas salpicaduras o manchas.

Me agaché para agarrar un pedacito de plástico y lo miré detenidamente. Me resultaba extrañamente conocido, pero no podía recordar de dónde venía. Hasta que por fin vi en el suelo una ruedita que reconocí indudablemente. Cuando la estaba por levantar, ella apareció por la puerta con una sonrisa, y me dijo de qué se trataba.

"De chica voy a recitales, me encanta sentir cada segundo que estoy entre la música, la gente, el calor, el éxtasis de la verborragia de notas cayendo ante una exhausta multitud que agoniza pidiendo más. Cuando tenía 16 años volví muy indignada de ver una banda que amaba en esa época, porque no habían tocado la canción que más me gustaba, por tocar otras de sus nuevos discos que no me gustaban tanto. Tal era mi enojo, que volví a casa y me encerré en esta misma habitación, donde solía ser un pequeño lugar de estudio. Como no podía soportarlo, me enfurecí estando acá adentro, y saqué de mi bolsillo el encendedor que llevaba -porque fumaba ya desde esa edad- y que había prendido en el recital en un par de temas lentos que lo ameritaban. Sentía tanta ira que lo arrojé completamente lleno contra la pared, e hizo una explosión después de la cual inmediamente empezó a sonar el tema que no habían tocado por la radio de uno de los vecinos. ¿Coincidencia o equilibrio del karma? Ni siquiera se me ocurrió meditarlo. Disfruté del tema como si aún estuviera en el recital, moviendo la cabeza, cantando. Cuando la canción terminó, sentí un alivio, como si de repente mi cuerpo no pesara y nada importara. Por eso desde entonces llevo un encendedor a cada recital que voy, lo prendo en algunos temas levantando la mano lo más alto que puedo, para captar esa energía positiva, y cuando vengo a casa lo primero que hago es estrolarlo lo más fuerte que pueda contra la pared, para que esa energía quede en casa, en esta habitación, que es mi lugar de descanso mental, donde nada puede salir mal, donde reposan aún los mejores momentos que viví en los últimos diez años."

Con eso ya había aprendido lo suficiente de historia como para sonreir un rato inmenso.

Y así fue.

11 comentarios:

Routeless dijo...

Esteeee... no se podrá ir de vez en cuando a esa habitación a respirar un poco de esa buena energía? Hace falta a veces

Bird dijo...

Fumar es malo. ¿ Destruir encendedores bueno?.

Linda amiga.

Unknown dijo...

Routeless: Cada uno debería tener una habitación así... hay un lugar en el mundo para cada quien :)

Bellarte (ahora con simbolitos raros!): Destruir encendedores es trágico. Pero esta es una buena causa. Por suerte no fumo!

Azul es lejos dijo...

Es como música enlatada. Aunque no sé, más bien parece la sensación que te trae la música, enlatada.
Igual eso de hacer reventar cosas contra la pared no está tan mal como desahogo... pero me daría lástima malgastar tantos encendedores.

Bellis dijo...

Muy buena historia. Yo desde hace poco tengo una cábala de cursar las materias más díficiles e importantes en el segundo cuatrimestre, hasta ahora durante los últimos años siempre me fue mejor en el segundo que en el primero.

Hablando de música, ¿Sabías que aparentemente el tema "Auto rojo" de Vilma Palma e Vampiros habla del sexo anal?

Saludos,

Bellis

Unknown dijo...

Samara: Es una lástima tirar tanto encendedores, sí, pero es una delicia ver como explotan!

Bellis: "Atrás la vamos a pasar mejor" Ahora me cierra todo!!! Voy a investigar sobre el tema.

Anónimo dijo...

hola!!!!!!!!!!!bienvenido,lindo blog tienes,y escribes de manera interesante!
muchas gracias,por comentar en mi blog!!!
un abrazo
lidia-la escriba

Media Veronica dijo...

Esa mina es una genia!

Fernanda Sandoval dijo...

¿Y si tu banda ni siquiera se digna a venir a tu ciudad? ¿Qué hacés entonces?
Linda historia, un beso.

HUMO dijo...

Una loca linda :)
Gracias por tu comentario. En que piensa una bolsa? habrá que preguntarle ;)

=) HUMO

Chivi dijo...

Muy romántica la historia, pero yo aprovecharía esa habitación para ALGUNA OTRA COSA y me bajaría los temas que no tocaron en el recital para escucharlos en la hamaca paraguaya...