jueves, 14 de noviembre de 2013

Introducción a las Tormentas

Si ve usted en el horizonte próximo acumulaciones esponjosas color gris viento, generalmente precedidas por una leve disminución de la temperatura, está adentrándose en una dimensión lluviosa y agresiva. No piense siquiera en retroceder, puesto que la tormenta ya se ha fijado y si trata de huir sólo lograría enfurecerla más. No le de el gusto.

Prosiga en línea recta, en lo posible aumentando la velocidad para por lo menos, intentar amedrentarla.

No piense, no se preocupe. La calma será su aliada, recuerde siempre dónde la ha dejado y procure no perderla.

Avance con los ojos clavados en la tempestad, como enfocándose en sus pupilas, la frente segura y déjese acariciar por las brisas que se vuelven vientos, y los vientos que se vuelven... vientos aún más fuertes.

Seguramente a esta altura usted estará colisionando con la tormenta de un momento a otro en distancia imposible de medir. No malgaste su tiempo en conseguir refugio, no lo encontrará.

Delíguese, primero mental y luego físicamente, de sus pertenencias: Reloj, celular, corbata, camisa, anteojos, sombrero y prepárese para el impacto.

Las primeras gotas caen como bombas inofensivas a simple vista, pero pueden provocarle un leve resfrío en unas horas. No se confíe. No confíe.

Siendo dos fuerzas opuestas, cuando el choque se produzca debe usted ser tan intenso como el fenómeno mismo al que se enfrenta. Si en algún momento se siente superado, cierre los ojos y disfrute sus últimos minutos con los átomos en su lugar. Si en cambio está usted superando a la tormenta, baje los decibeles hasta alcanzar su fuerza exacta. No tiene sentido enfrentarse a un enemigo más débil que uno.

Al escuchar su rugido, apriete sus puños con fuerza, y si es necesario grite con la garganta hasta que se rompa. Quédese afónico.

La colisión es inminente.

2 comentarios:

José A. García dijo...

Con lo puños bien cerrados, para enfrentar al vendaval...

Excelente definición de la vida Pablo.

Suerte!

J.

Unknown dijo...

José: Vos decís? Creo que quedó muy de autoayuda, pero no era la intención!